8 de Agosto 10:01am
Al día siguiente me preparaba para ir a mi
tercer y último trabajo. Según la hoja que indicaba la dirección, esta vez
tendría que ir fuera de la ciudad, por lo que me levante más temprano de lo
habitual. Baje a desayunar con precaución en caso de volver a toparme a Bulma,
pero para mí desilusión no estaba ahí, tampoco su portafolios el cual solía
dejar a un lado de su escritorio en la sala, así que lo más probable es que ya
se hubiera ido a trabajar. Ya habían pasado 4 días desde la dichosa cena y a
duras penas habíamos intercambiado unas cuantas palabras, esto empezaba a
causar una molestia en mi muy singular, parecida a cuando afloraron por primera
vez mis sentimientos por ella.
Desayune con un poco menos de ánimo después de
tener esos pensamientos y emprendí el vuelo hacia el nuevo lugar de trabajo.
En una
hora ya estaba sobre volando el lugar, así que descendí un kilómetro lejos para
no atraer demasiado la atención, lo último que quería era pasar el día
interrogado por los que me vieran volando. Aterrice en medio de un claro en el
bosque y me encamine hacia la vereda que llevaba al lugar de la cita. Fue una
fortuna haber vestido pantalones de mezclilla y botas ese día, ya que el camino
de terracería hubiera sido una molestia calzando zapatos. A la entrada se encontraba un arco construido
con troncos y tablones, el ruido metálico de las herramientas y el aroma a
marera llenaban el ambiente.
Busque con la mirada algún lugar que pareciera
una oficina o algo parecido. Un letrero que decía “dirección” llamo mi atención
y me dirigí hacia ahí. Mientras caminaba algunos de los trabajadores me miraron
con extrañeza. Viéndolos con sus atuendos y equipo, además de las labores que
realizaban deduje que esto era un aserradero – al menos esto parece ser más
interesante que el anterior – pensé.
Abrí la puerta y un estruendoso timbre anuncio
mi presencia, al momento un joven con pantalones de mezclilla azules y camisa a
cuadros me saludo alzando una mano sin despegar la vista de la pantalla de su
computadora portátil.
-
En que puedo ayudarle – dijo en
tono monótono echándome una breve mirada.
-
Vengo por un trabajo – dije tendiéndole
la carta del padre de Bulma.
-
¿Mmmm? … - tomo la carta y la leyó
con rapidez notoria por el movimiento frenético de sus ojos – aja… ok… Eemh...
ven conmigo.
Se levantó y camino a la puerta, tomo un
sombrero de ala mediana del perchero junto a esta y salió de la oficina. Le seguí
ligeramente confundido, caminaba a rápidas zancadas como si trajera prisa, pero
se detenía de vez en cuando para hablar con algún trabajador y darle
instrucciones, imagine que sería el encargado de operaciones, su apariencia era
joven, no más de 28 o 30 años, complexión delgada, cabello castaño oscuro y
piel bronceada; las mangas largas de su camisa a cuadros estaban arremangadas
hasta los codos, dejando ver unos antebrazos no muy desarrollados pero si bien
definidos. Caminamos unos minutos hasta que el terreno comenzó a volverte
cuesta arriba momentos más tarde nos habíamos adentrado en un bosque de altos árboles,
que cubrían de sombra el suelo bajo el sol matutino; podía escuchar los
distantes rugidos de herramientas motorizadas y el sonido seco de algo pesado
golpeando contra la madera.
-
Aquí en el aserradero cortamos los
árboles y los procesamos antes de mandarlos a nuestros compradores – dijo después
de un trato de estar completamente callado, pero sin aminorar el paso o mirarme
– te voy a poner a las órdenes del Sr. Gerard, es el encargado de tala y guías
forestales, solo haz lo que él te diga y todo saldrá bien.
-
¿Qué se supone que haga? –
pregunte.
-
No sé, lo que sea que a Gerard se
le ocurra.
Qué diablos tenía esa sabandija en la cabeza,
que no era EL el encargado, hasta donde entendía su trabajo era saber que
estaban haciendo los demás. Llegamos y gritando órdenes a varios obreros con motosierras
y hachas se encontraba un hombre de edad avanzada vestido en overall azul y
camisa amarilla, llevaba en la cabeza y sombrero vaquero de paja y guantes de
trabajo. Su cara blanca estaba enrojecida como un rábano, pero no sabría decir
si por el calor o el énfasis que ponía en sus gritos.
-
¡Sr. Gerard! – grito el joven para
llamar su atención – este es…
-
Vegeta – termine su presentación al
ver que no sabía mi nombre aquel extraño individuo.
-
Póngalo a trabajar, solo estará con
nosotros hoy asi que dele algo en que ocuparse.
-
Entendido.
-
Muy bien, al final del día pasa a
la oficina por tu sueldo – me dijo sin más antes de volver por donde habíamos venido.
-
Ok, quítate la camisa, vamos a ver
de que estas hecho – ordeno el viejo.
-
¿Qué?
-
Que te quites la camisa, quiero
ver qué tipo de cuerpo tienes, eres muy chaparro pero no significa que tengas
que ser débil.
-
… - ¿Había oído bien? ¿chaparro? Este
insecto estaba buscándose una paliza sin saberlo.
-
¡Oh! Muy impresionante – dijo al
despojarme de mi camisa – habías trabajado antes en un aserradero.
-
No.
-
¿Sabes usar un hacha?
-
No.
-
¿Una Motosierra?
-
No.
-
¿Sabes decir otra cosa además de
no?
-
…
-
Bien… ponte unos guantes y vamos a
enseñarte lo básico.
Una vez que me equipe le seguí a través de la
arboleda hasta un camión, de cuya caja saco un hacha y me la paso.
-
No podemos talar cualquier árbol –
comenzó a explicar – debe ser de buen tamaño, tener buena salud y estar n zona
autorizada para talarlo – iba pasando la mano por varios árboles y los observaba
mientras avanzábamos – pero no te preocupes por los detalles, yo marcare con
una cruz los árboles en los que trabajaras.
Acto seguido saco de su bolsillo una tiza y
marco una enorme “X” sobre la corteza de un árbol. Tomo el hacha de mis manos y
se colocó en posición para cortarlo. Mientras lo hacía me explico la técnica apropiada
para talar y las precauciones que debía tomar, así como los procedimientos para
después de talarlo. Tras unos minutos Gerard se apartó y el árbol comenzó a
crujir mientras se inclinaba por su propio peso para terminar cayendo
estrepitosamente. Fue de una manera extraña muy interesante.
1 comentario:
hola jejje :) solo kier decir ke este blog esa super wow, ke tu trabajo es impresionante y tienes una creatividad incleible.
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