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domingo, 28 de febrero de 2021

Las Memorias de Vegeta (Entrada 132)

 


4 de Diciembre 791 5:20 pm

 

Poco a poco Nappa fue mermando las esperanzas de los terrícolas, primero Ten Shin Han, quien murió tras realizar un último ataque utilizando lo que le restaba de fuerza y luego Piccoro al sacrificar su vida para proteger a su discípulo, el pequeño mestizo tan solo fue un lastre para los demás a pesar de la fuerza latente que mostro, incluso considere en llevarlo conmigo para convertirlo en mi súbdito, pero luego de hacer enfurecer a Nappa con un par de ataques que logro asestar, había sellado su destino, mi lacayo no lo dejaría con vida aun si se lo ordenaba directamente.

 

Pero entonces, justo cuando estaba a punto de aplastarlo de un pisotón, una ráfaga velos se llevó al niño evitando que mi compañero se manchara las botas con su sangre; Nappa quedo confundido con la desaparición del niño yo estando lejos pude ver todo con más claridad. Por increíble que fuera una nube dorada había llegado como un bólido y envolvió al pequeño saiyajin, quitándolo del camino de una muerte segura, para cuando Nappa se percató de esto, la nube flotaba plácidamente a tan solo un metro atrás de el con el niño sobre ella, era algo sumamente extraño; pero aún más raro era la tenue sombra incorpórea que se proyectaba cerca de Nappa. Mi instinto me hizo mirar hacia arriba y ahí encontré a su dueño. Enfundado en un traje de color naranja, flotaba a unos 5 metros sobre el suelo, al cual descendió rápidamente en línea recta. Al principio no pude ver bien su rostro, el sol del ocaso aun brillaba lo suficiente como para oscurecer sus facciones teniéndolo a su espalda, pero el grito del niño llamándolo “Papa” lo confirmo, era Kakarotto.

 

Me acerque flotando hasta quedar a un lado del cadáver de Piccoro, ahora que podía verlo bien sin duda era un saiyajin de raza pura, aun sin tener una cola, el cabello negro y alborotado y sus rasgos eran propios de nuestra especie, pero más importante aún, simplemente por su aspecto pude deducir que se trataba de un soldado de clase baja. Desde mucho antes de que el planeta Vejita explotase, nuestra gente ya había dominado la fertilización in vitro y la ingeniería genética; con el fin de propiciar guerreros superiores, mis ancestros crearon un sistema de castas (Ver Apéndice), y la reproducción entre estas estaba estrictamente prohibida. Durante mi infancia pude ver a muchos guerreros similares, idénticos inclusive podría decirse, esto se debía a que la clase soldado eran seres diseñados con el fin de ser prescindibles, con una fuerza óptima para el combate y gran resistencia, pero poco poder latente, es por eso que se les consideraba de clase baja.

 

-          ¿Puedo saber a qué diablos viniste Kakarotto? – le pregunte al recién llegado sin realmente esperar una respuesta – Espero que no digas la misma tontería que lo demás, ¡Nunca nos derrotaras!... espero que te quede claro imbécil.

 

Ignorándome por completo, Kakarotto camino lentamente hacia el namekuseijin y le reviso el pulso dándose cuenta de su destino. Su hijo  le explico entre lágrimas como se había sacrificado por él, causándole una visible sorpresa; luego miro a los alrededores y se percató de los cuerpos de los otros dos peleadores.

 

-          ¡Je, je! También había un enano que voló en mil pedazos – comento Nappa burlándose – ¡Lo hubieras visto!

 

Nappa continúo mofándose de Kakarotto y alardeando de cómo lo mandaría de vuelta al otro mundo, completamente ajeno a lo que mi rastreador me estaba mostrando, su poder de pelea se iba incrementando segundo a segundo sin detenerse. Comenzó a caminar en dirección a Nappa, provocando que este le lanzase un puñetazo que termino abanicando el aire. Para el debió parecer como si desapareciera ante sus ojos, pero yo pude ver con claridad como acelero súbitamente para pasar de donde estaba Napa y siguió caminado hacia su hijo y luego hacia su otro amigo tendido en el suelo. Se arrodillo y hablo con ellos por un momento para luego girarse para mirarnos antes de volver a caminar de vuelta con nosotros. Su paso era decidido y su mirada firmemente colocada en mi compañero.

 

-          ¿Por qué me miras con tanto odio? – le pregunto Nappa - ¿Acaso quieres que te mate tan rápido?

-          ¡Jamás les perdonare lo que han hecho! – Respondió Kakarotto alzando la voz al tiempo que su poder de pelea hacia lo mismo

-          ¿Siete mil?... Ocho mil ¡y sigue aumentando! – el suelo se resquebrajo a su alrededor y los fragmentos se alzaron levitados por su poder cuando grito, cuando de repente se detuvo abruptamente.

-          ¡Vegeta! ¿de cuánto es su poder de pelea? – me pregunto Nappa confundido por aquella demostración.

-          ¡Es de más de Ocho mil! – le respondí al tiempo que me quitaba el rastreador y lo despedazaba en mi mano. Era frustrantemente evidente que no me serviría de nada, no con este sujeto.

-          ¡¿Qué?! ¡¿Ocho mil?! ¡Debe ser un error! ¡la maquina sufrió una descompostura!

-          No te sorprendas… aún no he usado el Kaiou Ken – le advirtió Kakarotto.

-          ¿Kayo-que?

-          ¡Cállate! – sin esperar más Nappa sucumbió a la provocación y se lanzó al ataque – ¡Nunca podrás vencer al gran Nappa!

 

Corriendo a hacia su oponente, Nappa trato de sujetarlo entre sus brazos, pero igual que antes, Kakarotto acelero de repente, saltando y dando una voltereta en el aire para plantar un punta pie en la nuca de su atacante, lo suficientemente fuerte para mandarlo de buces contra el suelo.

 

-          Eres un fracasado – declaro Kakarotto hacia Nappa quien apenas se levantaba con el rostro enrojecido por el golpe.

-          ¡¿Cómo me llamaste?! ¡¿Fracasado?!

-          Así es, me acabo de dar cuenta por el golpe que te di.

 

Nappa volvió a ceder a sus instintos y ataco ferozmente con una ráfaga de golpes de y patadas que habrían desecho en segundos a cualquiera de los otros inútiles con los que peleo; pero Kakarotto evitaba cada uno de ellos, los esquivaba con una facilidad que daba la impresión de que leía la mente de su contrincante. Luego de un derechazo especialmente torpe de Nappa, Kakarotto desapareció de nuevo para hacer distancia con él. Las habilidades que estaba demostrando me hicieron cuestionarme sobre su poder de pelea cuando peleo contra Raditz, ¿Cómo se había vuelto tan fuerte en tan corto tiempo?

 

Entonces Kakarotto corrió hacia Nappa solo para volver a desaparecer frente a sus narices dando un salto y aterrizando sobre su cabeza. Nappa trato de atraparlo con las manos, quedándose completamente abierto cuando Kakarotto dio una pirueta hacia atrás para quedar frente a él, y le propino un único puñetazo en el abdomen haciendo que se doblara jadeando mientras el aire escapaba de sus pulmones.

-          Ese golpe… es de parte del pequeño Chaos – anuncio.

-          … - Nappa cayo de rodillas al suelo incapaz de sostenerse por más de unos segundos mientras se sujetaba el estómago; tan solo le tomo un segundo y voltear a mirar a los ojos a Kakarotto para que su ira superara su dolor y asfixia.

 

Lanzo un manotazo gruñendo con dificultad, el cual fue fácilmente evadido por Kakarotto. A este le siguieron una patada y un izquierdazo que de igual manera no alcanzaron su objetivo, pero tras este último, Kakarotto hizo su movimiento.

 

-          ¡Este es departe de Yamcha! – grito al tiempo que golpeo el rostro de Nappa con su puño izquierdo, mandándolo a volar varios metros hacia atrás, rebotando contra una roca saliente del suelo y despedazándola con su descomunal cuerpo, no, no fue así, el golpe lo empujo con tal potencia que eso no basto para detenerle, justo estuvo a punto de golpear otra roca metros más atrás cuando Nappa por fin venció a la inercia y se elevó en el aire para reagruparse.

 

Aun más enardecido, Nappa acumulo su energía y la disparo en una ráfaga explosiva hacia su agresor. Kakarotto permaneció en el mismo lugar donde se había quedado después de mandar a volar a Nappa, y por toda respuesta, se limitó a alzar los brazos y gritar justo ante el impacto del proyectil de Nappa, nulificando por completo. Me encontraba casi tan sorprendido como el mismo Nappa, no podía dar crédito a lo que veía. Antes de que este pudiera hacer algo más, Kakarotto salto con gran impulso elevándose por encima de Nappa.

 

-          ¡Esto es por Ten Shin Han! – Declaro al tiempo que golpeaba su nuca con un golpe de martillo a dos manos. No bastándole con eso, acelero para alcanzar a Nappa en su descenso e interceptarlo en su caída – ¡Y este golpe, es de parte de Piccoro!

 

Con una patada certera a sus costillas, lo mando a volar contra una formación rocosa de gran tamaño varios metros a lo lejos, enterrándola en esta mientras se rompía al colisionar con la mole de aquel saiyajin. No obstante, Nappa emergió de entre los escombros de un salto, gritando y vociferando completamente fuera de sus cabales.

 

-          ¡DEMONIOS! ¡Estoy orgulloso de ser un soldado distinguido! ¡Y de ninguna manera seré derrotado por un soldado de clase baja como tú! ¡No te lo perdonare! ¡¡Acabare contigo!! – gritoneaba mientras marchaba hacia el que lo había humillado.

-          ¡Eres un imbécil! – le grite, logrando detenerlo en el acto - ¡Tranquilízate! ¡Ordena tus ideas, y veras que podrás derrotarlo! Eso es todo lo que tienes que hacer.

-          … - Los gruñidos de Nappa dieron paso a jadeos que se convirtieron en una larga y profunda respiración – ya veo… gracias a ti pude recapacitar – dijo sin quitarle los ojos de encima a Kakarotto.

 

El muy animal, estaba apenas bajo control, sin duda yo tendría que tomar las riendas muy pronto. Nappa comenzó a alardear de su renovada tranquilidad y convicción para pelear, al tiempo que hacia menos la actitud de su oponente; pero no era que Kakarotto se creyera más fuerte que Nappa, tranquilidad provenía de su seguridad de ganar la pelea. Nappa concentro su energía causando que el suelo a su alrededor crujiera, pero Kakarotto ni se inmutaba. En pocos segundos estuvo listo para realizar su ataque, alzando la mano con los dedos índices y medio extendidos, provoco una explosión con su técnica favorita La Explosión Volcánica una técnica devastadora y de gran alcance, que tenía el beneficio de masajear su ego por su impacto visual, en realidad era una técnica muy sencilla, Nappa simplemente transfería su energía por el suelo hasta la ubicación de su objetivo y la hacía estallar tras acumularla. El único inconveniente es que requería de contacto con el suelo y dependiendo de la potencia que quisiera usar, más tiempo requería para prepararla. Por supuesto, contra un oponente como Kakarotto, quien era capaz de sentir el poder de pelea de su adversario, esta técnica perdía mucha de su efectividad. Sorprendentemente, Nappa pareció pensar lo mismo,  ya que estuvo atento al momento que Kakarotto emergió de entre el humo y polvareda de la explosión para darle alcance, lanzándose como un bólido luminoso envuelto en su energía para potenciar sus ataques así como también aumentar su velocidad, haciendo que Kakarotto por fin tuviera que responder bloqueando y contraatacando.

 

El intercambio de golpes duro menos de un par de minutos, pero Nappa mostraba indicios de fatiga, nunca había sido la clase de peleador técnico que tuviese que pelear por periodos extendidos de tiempo, su estilo de combate de basaba en superar a sus enemigos con simple fuerza bruta, pero de vez en cuando, una idea suficientemente buena brotaba de aquella cabeza calva. Hubo una breve pausa en la que Kakarotto le hizo un cumplido por pelear mejor; por un momento pensé que perdería el control nuevamente, sin embargo, solo respondió mordazmente antes de lanzar una ráfaga aniquiladora desde su boca, aprovechando la poca distancia entre ellos causada por la pelea cuerpo a cuerpo, a esa distancia seguro le causaría un gran daño.

 

Todo sucedió en una milésima de segundo, Kakarotto respondió al ataque de Nappa con un disparo de energía propio con ambas manos. Ambos poderes chocaron en el reducido espacio entre ellos, transformándose en una masa brillante por unos segundos para luego desaparecer sin dejar rastro. Nappa estaba atónito, yo mismo no podía creer lo sucedido; responder con un ataque de energía a otro, era posible sin duda, incluso a corta distancia, pero igualar el poder de este para contrarrestarlo requiere gran dominio de la propia energía, más aun para hacerlo al instante, la única otra posibilidad era que Kakarotto tuviera una capacidad de emisión de energía muy superior a la de Nappa. A este paso, el muy idiota terminaría muerto, o en el peor de los casos, completamente lisiado.

 

-          ¡Ya fue suficiente! ¡Baja de inmediato Nappa! – Le ordene - ¡Esta claro que no podrás ganarle!... yo me encargare de él.

-          ¡¿Ah?!... – a regañadientes, Nappa obedeció y comenzó a descender, no sin antes mencionarle a Kakarotto el honor que sería morir a manos del guerrero más poderoso de nuestra raza – Ya verás que rápido acabara Vegeta contigo… ¡Pero no creas que yo me quedare con los brazos cruzados!

 

Nappa acelero de repente en dirección hacia donde estaban el niño y el otro enano calvo, tomando por sorpresa a Kakarotto, quien a pesar de darle caza rápidamente no pudo alcanzarle, el ataque de Nappa era inevitable.

 

-          ¡KAIOU KEN! – grito repentinamente Kakarotto y su cuerpo se envolvió de luminiscencia carmesí al tiempo que su velocidad aumento de golpe.

 

Alcanzo a Nappa justo antes de que pudiera atacar a sus presas, impactando su espalda con ambos puños, y haciendo que su columna crujiera audiblemente. Luego acelero de nuevo para rebasarlo en su caída y atraparlo para sostenerlo con una sola mano sobre su cabeza. Era imposible, ¿Cómo había incrementado su fuerza y velocidad tan repentinamente?; Kakarotto lanzo a Nappa hacia mí, quien cayó a mis pies profiriendo quejidos de dolor.

 

Ugh, de pronto sentí una sensación desagradable en el estómago, no sé si recordar el tembloroso y magullado cuerpo de Nappa me dio asco, o mi instinto me está advirtiendo que Bra está probando alguna receta nueva en la cocina, esa niña es tan bella como su madre, pero no heredo el toque culinario de su abuela, será mejor que vaya a evitar una catástrofe gastronómica.

domingo, 10 de enero de 2021

Las Memorias de Vegeta (Entrada 131)


4 de Diciembre 791 12:50 pm

 

En pocos minutos llegamos a la ubicación de aquellos poderes de pelea y para nuestra sorpresa había tres individuos ahí reunidos; un enano calvo y sin nariz, un niño tembloroso de cabello largo y un sujeto de piel verde y orejas puntiagudas casi tan alto como Nappa. Alcance a escucharlos hablar sobre nosotros y me sorprendió que estuvieran al tanto de nuestra llegada, al descender al suelo note como los dos más pequeños se tensaron, mientras el tipo de la cara verde permaneció inmutable.

 

-          Parece que nos han esperado impacientemente… - les dije hablándoles en la misma lengua que ellos estaban hablando, confirmando que el sistema de inducción lingüística había funcionado a la perfección.

-          Así es… - respondió el sujeto alto con un grave voz - … solo quiero preguntarte esto saiyajin ¿Qué es lo que vinieron a hacer a este planeta? – mientras más hablaba más familiar me parecía.

-          Esa voz… ¡Ah ya veo! Conque tu derrotaste a Raditz ¿no es así? – le pregunte dándome cuenta de quien se trataba.

-          ¿Mi voz?

-          ¿Acaso no te lo dijo Raditz? Esta máquina también sirve para comunicarnos entre nosotros.

-          ¿Uh? Él es un namekuseijin… - dijo Nappa, haciéndome reconocer su especie.

-          Así parece, por eso no me extraña que haya derrotado a Raditz – los compañeros de este parecieron sorprenderse al enterarse - ¡Ya entendí! Escuche que los namekuseijin tienen un poder increíble y habilidades extraordinarias… y también me entere de que algunos de ellos pueden hacer trucos sorprendentes… como si fueran magos. Así que el creador de las esferas del dragón debes ser tú.

-          ¡¿Qué?! ¿Ustedes saben sobre las esferas del dragón? – pregunto el enano calvo.

-          Nuestro principal objetivo es apoderarnos de las esferas del dragón – aclaro Nappa respondiendo a su primera pregunta – así que es mejor que nos las entreguen; aunque seas un namekuseijin no podrás derrotarnos, ¡eres como una mosca para nosotros!

-          ¡Gracias! – dijo el Namekuseijin de pronto – por ustedes ahora se un poco más sobre mi origen, pero lamento decepcionarlos, yo no soy el creador de las esferas… y déjenme decirles que mi especialidad es la pelea – agrego con notable seguridad en su voz mientras afianzaba su postura para pelear - ¿Por qué no pelean conmigo? ¡Así comprobaran si soy una mosca o no!

 

En ese momento un montón de máquinas voladoras aparecieron, en ellas había terrícolas que llevaban distintos aparatos desconocidos, algunos se asemejaban a los rastreadores antiguos que solíamos utilizar. Sin advertencia alguna Nappa los ataco disparando con su energía contra una de las naves, causando que las demás emprendieran la huida. En respuesta los otros dos enanos junto al namekuseijin se pusieron a la defensiva. Dándonos cuenta que no cooperarían para darnos la información, Nappa decidió tomar la iniciativa y prepararse para sacarles la verdad; activo su rastreador para escanear sus poderes de pelea, solo para desilusionarse al ver que juntos no sumaban ni siquiera cinco mil. Pero entonces le recordé que estos sujetos podían cambiar su poder de pelea mientras peleaban, por lo que el rastreador no nos serviría con ellos, así que le ordene que se lo quitara.

 

-          Tengo una idea – Anuncie – porque no vemos las habilidades de estos sujetos… Oye Nappa ¿Todavía tienes contigo esas seis semillas de Saibai Man? Sácalas ahora.

-          ¡Ah! A ti te gusta jugar mucho Vegeta – Nappa rebusco entre los pliegues de su armadura y saco un pequeño frasco con semillas, los modelos que usábamos en aquel entonces contaban con bolsillos utilitarios discretamente escondidos – Quedan justamente seis.

-          Cuando vean a los Saibai Man les darán muchas ganas de hablarnos sobre las esferas del dragón.

 

Napa sembró las semillas y vertió el líquido fertilizante que venía incluido con ellas; en pocos segundos los Saibai Man brotaron de la tierra asomando sus hinchadas cabezas plagadas de grotescas venas. Fue muy gracioso ver como el niño y el enano calvo se acobardaron con solo verlos emerger del suelo. De inmediato los monstruosos seres verdes saltaron y corrieron alrededor de ellos destruyendo todo a su paso con el único propósito de demostrar su naturaleza predadora. Los Saibai Man eran formas de vida de origen vegetal producto de la ingeniería genética; no eran muy poderosos, pero en grupo podían llegar a ser muy peligrosos. Los utilizábamos principalmente como apoyo a la hora de conquistar algún planeta cuya población fuese muy grande o simplemente como carne de cañón. De los tres oponentes, el niño es el que más temor demostraba, por su complexión deduje que no tendría más de seis años terrícolas, el otro enano calvo era algo extraño, tenía algo en la cara, como si algo le faltase, pero no podía definir del todo que era, y luego estaba el namekuseijin, quien se alzaba por encima de ellos con su gran estatura y destacaba además con su piel verde y sus orejas puntiagudas.

 

-          ¡Saibai Man! – llame para dar mi orden – esos tres de ahí serán sus oponentes… háganlos sufrir al máximo.

-          ¡Krillin! – interrumpió una voz Aguda desde las alturas.

 

Con sus facciones ocultas por las sombras proyectadas luz del sol a sus espaldas, descendieron dos individuos tanto o más peculiares que aquel grandulón verde. Uno era un hombre calvo que tenía tres ojos y una enorme cicatriz en el pecho, el otro era un enano casi del mismo tamaño que el niño, su piel era muy blanca y sus ojos eran tan oscuros que parecían dos agujeros que te miraban fijamente. Los recién llegados intercambiaron algunas palabras con los otros tres antes de voltear a vernos.

 

-          No son más que unos microbios – declaro Nappa - ¡Saibai Man, acaben con ellos!

-          ¡Deténganse! – nuevamente una voz incorpórea interrumpió, y su dueño descendió del cielo, esta vez se trataba de un tipo con el mismo atuendo que el enano calvo, pero tenía el cabello largo y enmarañado, y su cara tenia cicatrices superficiales en el rostro – Perdón por llegar tarde Krillin.

 

Ahora había seis individuos, inesperadamente las cucarachas se habían multiplicado.

 

-          ¿Qué les parece esto? – le pregunte – ya que ustedes son seis, veamos si pueden derrotar a mis hombres peleando uno contra uno.

-          ¡Déjate de juegos y terminemos con esta pelea! – exclamo el namekuseijin con rabia, sin embargo el enano calvo lo calmo.

-          Yo seré el primero en pelear – anuncio el triclope dando un paso al frente.

-          ¡Anda y pelea! – le ordene al Saibai Man que tenía frente a mí – pelea con todas tus fuerzas y gana.

 

De inmediato mi lacayo se lanzó al ataque tirando un zarpazo a la cara de aquel extraño hombre, pero este lo detuvo sin problemas y contra ataco con una patada barriendo sus piernas. El Saibai Man recupero el equilibrio dando una voltereta e intercambio golpes y patadas con su oponente sin poder asestar un ataque efectivo, por lo que salto hacia atrás tomando distancia con su contrincante y de repente su cabeza se abrió por la mitad, expulsando un viscoso liquido blanco. Los Saibai Man tenían muchas habilidades peculiares, el chorro acido era casi tan efectivo como grotesco; pero en este caso, el calvo de tres ojos fue más rápido que el proyectil corrosivo, esquivándolo mientras este derretía todo a al contacto, los otros sujetos tuvieron que moverse de donde estaban, ya que el chorro salió salpicando en su dirección, de no haber sido porque el namekuseijin lo saco del camino, el mocoso habría terminado como una pila de carne licuada en la misma zanja que el ácido creo. Rápidamente el Saibai Man salto hacia arriba tratando de obtener superioridad desde una posición más alta, pero su oponente le intercepto dándole un codazo en el pecho y mandándolo al suelo de una patada. En medio de los vitoreos de sus compañeros, el calvo de tres ojos había dejado boquiabiertos a Nappa y a los demás Saibai Man, y debo admitir que a mí también me sorprendió un poco.

 

-          No puedo creerlo, se supone que los Saibai Man tienen un poder de pelea de 1200, es casi el mismo que el de Raditz – declaro Nappa con incredulidad.

-          Es cierto, pero solo quiere decir que su poder supera esa cantidad… Je, je, je… Nappa, ¡creo que estos sujetos nos van a divertir en grande! – le aclare a mi compañero de viaje.

 

Entre tanto, el Saibai Man que había quedado en el suelo comenzó a levantarse, pero cuando miro a su oponente vi como se había acobardado, así que decidí acabar con su miseria haciendo estallar desde adentro, sus entrañas y fluidos corporales salpicaron la tierra donde antes había estado parado.

 

-          Ve, Vegeta… ¿Por qué hiciste eso? – pregunto Nappa tan sorprendido como los terrícolas.

-          Dejarlo vivir habría sido una pérdida de tiempo, ese Saibai Man solo estaba jugando con él, de dije que peleara con todas sus fuerzas desde el principio… ¡Más vale que les quede claro! – enfatice dirigiéndome al resto de mis esbirros.

-          ¡Ya lo oyeron!  -les reitero Nappa - ¡Peleen con todas sus fuerzas!

 

A continuación el enano calvo dio un paso al frente ofreciéndose a ser el siguiente en pelear, pero el sujeto de la cabellera larga y cicatrices en la cara lo detuvo, dijo algo acerca de querer demostrar que no era un debilucho. De inmediato trato de aventajar a su oponente con su velocidad, la cual no fue problema para el Saibai Man; su estilo de pelea era demasiado vistoso para mi gusto, saltaba de aquí para allá buscando un ángulo descubierto por su adversario, intercambiando golpes y patadas con el… era muy aburrido, era evidente que aquel tipo se estaba esforzando y aun que parecía estar dándole “pelea” a mi retador en realidad no era así. Los Saibai Man no eran muy inteligentes ni demasiado poderosos, pero tenían un excelente instinto de pelea; casi de inmediato se adaptaban al estilo que su contrincante usaba contra ellos, haciéndolos oponentes difíciles cuerpo a cuerpo para cualquiera con un nivel tan bajo como el de Raditz. De pronto una de las estrategias del tipo del pelo enmarañado dio resultado y consiguió su apertura poniéndose por encima en el aire y a espaldas del Saibai Man. Junto sus manos y acumulo energía en ellas para arrojársela en forma de una ráfaga azulada, impactando contra su enemigo y enterrándolo en el suelo. Esa era la única desventaja de los saibaiman, no tenían un gran control sobre su energía, por lo que eran vulnerables al combate a distancia.

 

El tipejo descendió a un lado del cráter donde quedo el cuerpo inerte del Saibai Man y luego se voltio hacia nosotros para mirarnos desafiantemente.

 

-          Parece que los Saibai Man no son tan fuertes después de todo, no quiero que me ayuden – anuncio a los de su grupo – yo solo acabare con los cuatro restantes.

-          ¡Ju, Ju, Ju! Me parece que esta vez te confiaste demasiado – le dije.

-          ¿Eso crees?

 

Si, así fue, antes de que pudiera entender el significado de mis palabras el Saibai Man salto desde el cráter atrapándolo en un abrazo mortal, apenas y tuvo tiempo de voltearse al darse cuenta de lo que ocurría. Todo ocurrió en segundos, pero para mí se extendieron como angustiosos minutos gracias a la deliciosa agonía de aquel pobre diablo que luchaba por liberarse de su captor, cuando con un resplandor que emano del cuerpo del Saibai Man, este estallo en su cara, dejando anonadados a sus compañeros y a mi muy satisfecho al ver como esa desagradable alimaña había muerto. Mientras los terrícolas lamentaban la derrota de su compañero, Nappa protestaba porque el Saibai Man había recurrido a la autodestrucción como último recurso. Mientras tanto, el enano calvo se aproximó a su amigo caído tembloroso y con la voz quebrada confirmo lo obvio.

 

-          ¡Oye! – le dije – por higiene, deshazte de ese cadáver maloliente cuanto antes – el enano calvo se giró con una expresión iracunda hacia nosotros

-          ¡Aléjense de aquí! – grito a sus compañeros haciendo un ademan, para después alzar las manos por encima de su cabeza.

 

Aun sin el rastreador puesto, pude notar como su energía comenzó a incrementarse, al punto que se manifestó como pequeñas descargas eléctricas entre sus manos – te toca – le indique a uno de los Saibai Man que estaba a mi lado, obedeciendo mi comando, este corrió al encuentro de su adversario; justo en ese momento aquella sabandija lanzo su ataque, una ráfaga de energía luminosa y de color amarillento que surcaba el espacio entre nosotros, pero algo raro ocurría, era lenta, mucho más lenta de lo normal, tanto que el Saibai Man no tuvo problemas para esquivarla. La columna de luz siguió su curso hasta llegar a nosotros, pero antes de impactarnos, el enano alzo los brazos, y su ataque se elevó con una pronunciada curva en dirección al cielo, llegando unos cinco metros por encima del nivel del suelo, donde se detuvo por un segundo antes de dividirse en cinco proyectiles individuales. Cuatro de estos dieron caza e interceptaron a los Saibai Man restantes; pero el último se precipito de nuevo hacia abajo. Recuerdo haber sonreído cuando la bola de energía estuvo a punto de chocar contra el suelo, si el enano terrícola era capaz de cosas así, probablemente Kakarotto me habría de entretener aún más.

 

Las voces de los terrícolas vitorearon a su amigo, pero de repente uno de los Saibai Man salió de una cueva en la que se había refugiado. Se lanzó a toda velocidad contra el blanco más vulnerable que encontró, el niño; pero antes de poder alcanzarlo, el namekuseijin atrapo el brazo que había extendido para atacar al pequeño saiyajin. Tras un momento de tensión, el sujeto llamado Piccoro lanzo al Saibai Man al aire y lo aniquilo disparando un rayo de energía desde su boca.

 

-          Gracias por salvarme… - agradeció el niño al namekuseijin

-          ¡No lo hice para salvarte! Tan solo hice un pequeño calentamiento para una pelea emocionante.

-          Ju ju ju… ojala que así sea – le respondí dentro de la polvareda que aún no se asentaba

-          ¡¿Qué?! – pregunto sorprendido volteando hacia nosotros

-          Ahora les cumpliremos el deseo que tanto esperan, dejaremos de jugar con ustedes… - les respondí.

-          Je je je ¡Finalmente será nuestro turno! – anuncio Nappa sin poder esconder la emoción en su voz, no me quedaba la menor duda de que iba a masacrarlos – déjamelos a mí, en pocos minutos acabare con todos ellos

-          Haz lo que quieras, pero… no quiero que mates a ese namekuseijin, tenemos que preguntarle sobre las esferas del dragón.

-          Entendido, como ordenes… - Nappa avanzo con calma en frente de ellos, como una bestia hambrienta que cercaba a sus presas – ahora si nos vamos a divertir un poco… el primero… ¡Serás tú enano!

 

Nappa salió corriendo al encuentro del enano calvo que había destruido a la mayoría de los Saibai Man, el pobre incauto no pudo más que poner una expresión de terror al contemplar aquella mole aproximándosele. Pero antes de que lo alcansase, el namekuseijin se interpuso en su camino y lo ataco con una onda de energía. Esta hizo que Nappa se detuviese para desviarla, permitiendo que su repentino oponente intentara atacarle de nuevo con una patada, pero Nappa simplemente lo esquivo, jugando con él y encarándole por múltiples lados haciendo uso de su velocidad, para finalmente propinarle un patadon con una de sus colosales piernas, mandándolo a volar contra una roca.

 

Sin embargo, aunque mal trecho, el namekuseijin logro ponerse de pie nuevamente; como respuesta, Nappa sonrió asegurando que iba a divertirse por lo menos un rato. Cambio de postura a una más ofensiva y comenzó a concentrar su energía, igual que lo había hecho el enano calvo, pero esta vez con efectos mucho más notorios; la graba suelta comenzó a levitar, la tierra se estremeció a nuestro alrededor hasta que parte de ella se resquebrajo, todo bajo la influencia de la energía que aquel saiyajin estaba emitiendo. Los rostros de los terrícolas se llenaron de miedo, haciendo que Nappa sonriera con sádica satisfacción. Continuo acumulando su energía hasta que se transformó en descargas eléctricas que rodearon su cuerpo, para luego convertirse en un aura que lo envolvió por completo. Miro a cada uno de ellos, de repente el insecto que parecía un muñeco extendió sus brazos con las palmas abiertas hacia Nappa, lo cual pareció molestarle de alguna manera, así que disparo un rayo de energía desde su boca y derribo a aquel debilucho; luego, poso su mirada sobre el calvo de tres ojos y corrió hacia el lanzándole un puñetazo. Su contrincante trato de desviarlo, pero en su rostro se pudo notar el enorme dolor que esto le causo, probablemente se había roto todos los huesos de la mano. Acto seguido, Nappa volvió a atacar ese mismo brazo, el cual probablemente estaba completamente entumecido por el dolor; su puño impacto con tal fuerza que le arranco el miembro, dejando al triclope sujetándose el muñón cercenado a la altura del antebrazo mientras este chorreaba sangre.

 

-          ¡Ja! Que sujeto tan frágil – me dije a mi mismo en tono de burla.

Nappa lanzo otro golpe para rematarlo, pero el triclope esquivo elevándose en el aire; sin perder el tiempo, concentro su energía en la mano que aún conservaba y se dispuso atacar. Pero antes de que pudiese hacerlo, Nappa salto para interceptarlo, dio una voltereta en el aire y lo pateo descendentemente en la cabeza, haciendo que se precipitara hacia el suelo… estaba vivo, pero acabado.

 

-          ¡Demonios! ¡TEN SHIN HAN! – grito el enano calvo mientras corría al auxilio de su compañero caído.

-          ¡Espera! – Le grito el namekuseijin - ¡El ya no sobrevivirá! ¡Déjalo!

-          ¡Estorbas! – Declaro Nappa al tiempo que lanzaba una andanada de proyectiles de energía hacia aquel muchacho.

 

La explosión lo empujo lejos de su objetivo, dejándolo ileso de milagro, pero no podía decir lo mismo del suelo a sus pies; un profundo agujero sin fondo se había creado producto de la explosión. Era algo distintivo de Nappa, siempre se excedía al reaccionar cuando alguien se interponía con su diversión. En medio de la confusión, los terrícolas pensaron que el enano con cara de muñeca había quedado atrapado en la destrucción, sin embargo yo no lo perdí de vista, se había elevado justo antes de que el ataque de Nappa impactara en el suelo, y ahora se acercaba sigilosamente a espaldas de Nappa. Por un momento pensé en dejarlo pasar para enseñar a mi subordinado a estar más atento a sus alrededores… pero opte por advertirle justo a tiempo.

 

-          ¡Nappa! ¡Cuidado! ¡Atrás de ti! – le avise, más que preocupado, estaba expectante ante lo que ocurriría.

-          ¿Qué? – se preguntó Nappa, pero era demasiado tarde, el enano se había asido a su espalda, donde quedaba apenas fuera del alcance de sus manos.

-          ¡Muy astuto sabandija! – le elogie - ¿Pero qué crees que puedes hacer desde ahí?

-          ¡Maldición! ¿Cuándo se me pego este gusano? – se quejó Nappa.

 

Nappa trato desesperadamente de atraparlo, llegando a rozar su cabeza con los dedos, pero de pronto una energía azulada comenzó a emanar de su pequeño cuerpo, la cual pareció lastimar a Nappa lo suficiente como para que se esforzara aún más para zafárselo. Acelero en contra de una formación rocosa para impactarla con su espalda como si fuera un ariete, aplastando en el proceso a aquel molesto insecto. Horrorizados, sus compañeros clamaron en nombre de su amigo.

 

-          ¡CHAOS SUETALO! –

 

Nappa continuo azotándose contra las  rocas con el fin de machacar al insecto en su espalda, entre tanto, los gritos de súplica de los terrícolas quedaban opacados cada que impactaba la superficie de alguna saliente desmoronándola. Sorprendentemente, el pequeño con cara de muñeco no emito sonido o queja alguna, era como si estuviese completamente concentrado en sujetarse a mi lacayo. Nappa comenzó a desesperarse y tomo más altura que antes para luego dirigirse en picada has un pico copeteado de rocas afiladas, pero mientras descendía, el cuerpo de renacuajo comenzó a brillar con una luz azulada que se fue haciendo más intensa segundo a segundo; Nappa debió percatarse de que estaba planeando algo puesto que apresuro el vuelo, y tan solo a un par de metros de chocar con el pico, ambos se vieron envueltos en una explosión ensordecedora.

 

Voltee a mirar a los compañeros del enano y me deleite en el desconsuelo de sus rostros. Estaban horrorizados al ver como la vida de su amigo se había esfumado como el humo resultado de la explosión, todos a excepción del namekuseijin, quien sonreía casi con orgullo, como si la muerte de aquella sabandija hubiese servido de algo… Sin embargo, pronto la sonrisa se borró de su rostro, y la tristeza de los otros se transformó en rabia al ver a Nappa emerger del humo ileso; Sonreía con sadismo mirándolos, el mismo Nappa de siempre, tomando placer en abusar de los débiles. Si no fuera por el largo viaje a la tierra y la información que quería sacarle al Namekuseijin, no habría sido tan indulgente con él, no se ganaba nada con perder el tiempo con gusanos como estos.

 

Nappa declaro lo inútil del sacrificio de su amigo y les anuncio que solo les restaba morir. Por mi parte, tan solo lo critique por permitir que le diesen tantos problemas. Cuando bajo al suelo, se mofo de la impotencia del tipo de los tres ojos, provocando que se lanzase al ataque lleno de ira. Cada golpe, cada patada iba acompañada de rencor en contra de su oponente tanto así que uno de los ataques que Nappa desvió. Impacto contra una enorme roca que sobresalía del suelo, rompiéndola. No me cabía duda de la fuerza física de aquel sujeto, seguramente era uno de los más fuertes de aquel planeta, pero ante el poder de un saiyajin, no significaba nada. Para Nappa y para mí, la gravedad de este planeta era reconfortante; habiendo nacido en el planeta Vejita, el tenía una gravedad mucho mayor a la de la tierra y habiendo peleado en planetas cuyo aire era apenas respirable, la tierra parecía un oasis en medio del cosmos, en cambio, para aquel tipo que peleaba con Nappa, la tierra misma comenzaba a convertirse en su adversaria, el cansancio se hacía más y más notorio mientras su dejaba caer el brazo tras cada golpe, cada que arrastraba los pies ligeramente para dar una para tirar una patada, la gravedad jalaba su cuerpo al suelo y seguramente le ardían los pulmones con cada respiro. Regodeándose en su sadismo, Nappa aprovecho cada ataque fallido para atacar, rompiendo huesos y amoratando la piel, con el único propósito de infligir dolor tanto como fuera posible sin matarlo al instante, era una bestia sedienta de sangre jugando con su presa.

 

-          Esto no puede ser – exclamo el enano calvo sin dejar de mirar la masacre – a este paso Ten Shin Han morirá igual que Chaos ¡Tenemos que ayudarlo!

-          ¡Espera Krillin! – ordeno el Namekuseijin deteniéndolo en su carrera – cuando el enemigo ataque a Ten Shin Han tendrá la guardia baja, en ese momento lo atacaremos – Le sostuvo la mirada por un momento hasta que el enano le respondió asintiendo sin mostrarse muy seguro.

-          ¡Es un excelente plan! – les dije acercándome un poco a ellos desde atrás – les deseo buena suerte… - el sujeto al que llamaban Piccoro volteo hacia atrás a mirarme, como si en ese momento recordase que estaba presente - ¿Crees que es correcto distraerte? Podrías perder tu oportunidad – le dije.

-          ¡Je! Eres muy confiado, puedes seguir burlándote de nosotros, hasta que Goku llegue y te acabemos.

-          ¿Qué dijiste? – la mención de otro peleador me desconcentro momentáneamente - ¿Go-ku? ¿Quién es él? ¿Es alguien con grandes poderes?

-          ¡Ja, ja, ja! Espera y lo veras…

 

Esas fueron las palabras que me dijo Piccoro en aquella ocasión hace ya tantos años. En aquel momento no podría haber imaginado que en pocas horas más tarde conocería al hombre que pondría a prueba por primera vez mi temple como guerrero.

Voy a servirme un refrigerio antes de seguir escribiendo, me duele el trasero de estar sentado tanto tiempo. Siento como si me hubiera tomado un año o más escribir estas últimas páginas; quizás le pida a Bulma que me dé un masaje.


domingo, 1 de septiembre de 2019

Las Memorias de Vegeta (Entrada 130)

4 de Diciembre 791
Habiendo tomando rumbo por la carretera decidí no detenerme y conduje hasta ya entrada la noche, pero eso me permitió llegar a la capital central ese mismo día. Como ya el sueño me estaba pesando y peor aun, me dolía el trasero después de conducir por tanto tiempo decidí hospedarme en un hotel; en un principio pensé que cualquier motel bastaría, después de todo durante mi época de mercenario a las ordenes de Freezer, pase la noche en peores lugares. Lo malo es que después de tantos años de disfrutar de una buena cama y la agradable compañía de mi esposa, el recostarse en una cama de dudosa higiene mientras se escuchan gemidos provenientes de otra habitación se vuelve mucho menos que deseable.
Así fue como termine hospedándome en el “Royal Bird of the Mountain ” un hotel de cinco estrellas en el centro de la ciudad a poca distancia del palacio del rey, un lugar bastante lujoso, tanto que en un principio no querían alquilarme una habitación, pero una vez que vieron mi tarjeta de crédito la actitud de esas sabandijas de la recepción cambio para bien, nunca hay que subestimar la fama y prestigio de la Corporación Capsula. Ya una vez instalado en mi habitación decidí tomar un baño y pedir algo al servicio al cuarto, como no quería cenar pesado, tan solo ordene 5 sándwiches de jamón con queso y un par de malteadas de chocolate. Cuando el camarero llego con mis alimentos le di una generosa propina y me senté en la mesa aun lado de la ventana. Mi habitación estaba en el noveno piso, lo cual me daba una excelente vista nocturna de la ciudad. Las múltiples luces de las calles, edificios y casas se reflejaban en el vidrio y así mismo podía ver mi reflejo difuso causado por el juego de luces del interior del cuarto y la oscuridad de la noche en el exterior. Esta visión trajo a mi un recuerdo; mientras miraba mi imagen en la ventana pude recordar con claridad otro momento de mi vida en el cual también me encontraba viendo mi reflejo.
Con un estruendo y el impacto amortiguado por el interior de mi capsula, el largo viaje a la tierra había terminado. Tras casi un año de estar viendo mi rostro reflejado en la ventana de la capsula en los breves momentos en los que despertaba de la ivernacion por fin respiraría algo de aire fresco. Normalmente habría dormido todo el viaje, pero no quería estar completamente aletargado a nuestra llegado como efecto del sueño inducido, así que programe algunos lapsos para despertar a lo largo del trayecto y así mantener mi mente lucida; por supuesto, no le dije nada de esto a Nappa para ahorrarme su aburrida platica, era un lacayo bastante fiel pero su compañía era bastante insufrible cuando se aburría. Las luces de la consola de mando se reflejaban sobre el vidrio sobre poniéndose a mi imagen, hacia ya un par de horas que el sistema de inducción nos había provisto del idioma mas comúnmente hablado en el planeta explorando las comunicaciones radiales en la atmósfera y en un par de minutos terminaría con el diagnostico planetario. Sabíamos de antemano que la tierra era habitable, pero no teníamos idea de todas sus condiciones climatológicas y topológicas, era el procedimiento estándar de exploración, toda la información recopilada por los sensores de la capsula se descargaba de inmediato a nuestros rastreadores.
Mi rastreador emitió una alerta y mostró en la pantalla ocular el icono de “descarga completada” y la compuerta de la capsula se abrió con lentitud despresurizando el interior e inhundandolo con los aromas de afuera. Mi cuerpo estaba ligeramente entumecido, así que me tomaría un par de minutos aclimatarme, o al menos eso pensé, al apoyar mi mano en la compuerta para jalarme hacia afuera, tuve mi primer contacto con la gravedad terrestre, era mucho menor a la que estaba acostumbrado, haciendo que me sintiera muy ligero, por un momento me maree levemente, pero al ponerme de pie mis sentidos se orientaron de un nuevo. Habíamos aterrizado en medio de lo que parecía ser una ciudad bastante conglomerada y nuestra llegada causo mucho revuelo; decenas de personas se aproximaron a los cráteres dejados por nuestras capsulas. Nappa y yo nos elevamos con calma para salir de ahí y nos paramos frente a la multitud que no paraba de crecer.
- <Así que esta es la tierra> - le dije a Nappa en la lengua natal saiyajin mientras miraba a mi alrededor. Acostumbrábamos hablar en nuestro idioma entre nosotros, desde que era niño el siempre lo prefirió en lugar de siempre hablar alguna de las tantas lenguas habladas a lo largo de espacio conocido - <este planeta no esta nada mal>
- <Creo que debo saludar a estos seres escandalosos y curiosos> - menciono Nappa con cierta expectación en su voz.
- <Ju ju ju… no te excedas> - le advertí conociendo ya su mal habito por la destrucción desmedida.
Con un gesto de su mano un destello broto del suelo para luego convertirse en una ráfaga de energía explosiva que abarco un enorme radio a nuestro alrededor. Los gritos de terror de los terrícolas alcanzados por esta, fueron tragados por el estruendo del estallido mientras sus rostros se desvanecieron en el resplandor fatal. El suelo bajo nuestros pies se desmorono, dejándonos flotando un par de metros encima del cráter dejado por la técnica de Nappa.
- <¡Ja ja ja! Creo que se me paso un poco lo “cortés” pero fue sin querer> - dijo Nappa notando el resultado de su pequeño saludo.
- <Déjalo así Nappa, si maltratas este planeta, no podremos venderlo a buen precio> - ya desde que habíamos decidido venir a la tierra se me vino a idea de apoderarme del negocio de Freezer una vez que obtuviera la vida eterna con las esferas del dragón, y viendo el enorme potencial de este planeta, sabia que seria una sabia decisión.
- <¡Tienes razón! Ahora que recuerdo, también tenemos que buscar esas esferas que pueden cumplir cualquier deseo>.
- <Son “Las Esferas del Dragón”, primero buscaremos al sujeto que mato a Raditz y le preguntaremos sobre ellas>.
- <Así es> - asintió Nappa.
- <Pero si las esferas se encontraban por aquí, nuestro deseo de obtener la vida eterna nunca se cumplirá ¡Y la culpa de todo la tendrá tu estúpido saludo!>
- <Lo siento… olvide por completo lo de las esferas> - respondió cabizbajo mi compañero.
- <Eso ya esta hecho, y no podemos hacer nada; primero buscaremos al individuo que tenga el poder de pelea mas elevado, ese debe ser el sujeto que mato a Raditz>
Active mi rastreador y coloque el modo de búsqueda y Nappa hizo lo mismo, para nuestra sorpresa múltiples lecturas con un poder superior a mil aparecieron en distintos puntos de la tierra, aun así ninguno de ellos era un oponente adecuado para nosotros, así que decidimos ir tras el mas elevado. Fue Nappa quien ubico a los dos que tenían un poder “extraordinariamente alto” como el dijo. Indicándole que era hora de jugar, emprendimos el vuelo hacia esa dirección.
Voy a prepararme un café y algo caliente para desayunar, hoy amaneció haciendo bastante frió y como Bulma es muy friolenta aun no se levanta, quizás tenga que ir a “calentarla” un poco.