23 de Noviembre 791
Llegamos a una de las
tantas plazas comerciales de la ciudad, estaba molestamente abarrotada de
personas, el barullo de los clientes y trabajadores del lugar asaltaba mis
oídos con su violencia auditiva. En general disfrutaba de venir a estos lugares
y ver los aparadores, el aroma de la ropa nueva en la tienda de caballeros y
que decir de toda esa deliciosa comida en la sección de alimentos; el aroma de
algo friéndose en el aceite caliente seducía a mi nariz mientras seguía a mi
suegra entre la multitud cuando de pronto un cálido olor dulzón se apodero de
mi sentido del olfato. Frente a nosotros estaba el edificio de la pastelería elegantemente
ladrillado en la fachada y con un enorme ventanal que permitía ver unas pocas
mesas en el interior y a sus comensales sentados en ellas. La madre de Bulma
entro abriéndose paso por la puerta de gruesa madera lacada y una campanilla
anuncio nuestra llegada.
-
¡Bien
Venidos a Fluffy Cup cake! – Anuncio
una chica de cara bonita y un poco robusta vestida como sirvienta.
-
¡Ay!
¡Hola! Pero que adorable muchacha ¿No te parece Vegeta? – me pregunto mi
suegra.
-
…
-
¿Mesa para
dos? – pregunto la joven quien se había sonrojado por el comentario de la
señora Briefs.
-
Yo pensaba
únicamente comprar algunos pastelillos, pero este logar es tan bonito que creo
se me antoja una taza de café ¿a ti no Vegeta?
-
… - Me
limite a asentir con la cabeza, ciertamente el aroma era para causar antojo así
que me apetecía beber algo.
-
¿Son solo
usted y su esposo o esperan a alguien más?
-
¡…! – su
pregunta y suposición me tomaron tan desprevenido que di un respingo pero no más
que lo que hizo la madre de Bulma a continuación.
-
¡Oh jo jo jo!
–La Sra. Briefs me tomo del brazo pegándose a mí, ahora era yo el que se
sonrojaba- Oh no querida, este apuesto caballero es mi yerno.
-
¡Ah! ¡Discúlpenme
por favor! – la joven estaba tan colorada como una cereza – es que se ve usted
tan joven y hacen tan linda pareja que pensé que…
-
¡Oh jo jo
jo! No te preocupes pequeña ¿Escuchaste eso “querido”? – bromeo mi suegra
aprovechándose de la jocosa situación, hay que admitir que la señora tenía un
sentido del humor algo sádico. Yo estaba casi tan avergonzado como la joven
sirvienta, así que simplemente desvié la vista.
Con la mirada al suelo
y un caminar tieso la joven nos guio a una mesa en la esquina, la madre de
Bulma la seguí conteniendo una risita molesta y yo iba detrás tratando de
ignorar el calor de mi enrojecido rostro. Yo ordene un expreso y la madre de
Bulma pidió un frappe con todos los complementos además de un montón de postres
distintos, no puse mucha atención pero por la cara de la mesera supuse que
había ordenado todo lo del menú. A los pocos minutos después de servir nuestros
cafés la muchacha empezó a dar vueltas de la barra a nuestra mesa con un
desfile de pasteles, muffins, confites y un montón de cosas más de las que no
se me ocurriría siquiera intentar pronunciar el nombre. Con cada sorbo de café y
cada bocado de pastelillo sentía como si me relajase, o quizás solo era mi estómago
cantando de alegría por mi gula.
-
Me da
gusto ver que estés más contento – dijo la madre de Bulma entre abriendo sus
misteriosos ojos azules.
-
… - dude
por un momento, pero de mis interacciones con mi suegra había aprendido que a
menudo lo que decía tenia mayor significado que lo que se alcanzaba a percibir
- ¿a qué se refiere? – pregunté antes de darle otro sorbo a mi café.
-
Es que
desde que volvieron de ese lugar, ¿cómo se llama? El templo…
-
¿El templo
de Kami sama?
-
¡Si, ese
mismo! Desde que volvieron te he notado un poco melancólico.
-
Bueno…
pasaron muchas cosas.
-
Seguramente
mi marido ya hablo contigo del susto que nos llevamos al verte en el torneo de
las artes marciales.
-
Si, lo
hizo.
-
Aunque
francamente se veía que estabas sufriendo mucho.
-
¿Cómo dice?
-
No sé bien
los detalles, pero según menciono Bulma te dejaste engañar por ese hechicero
Babidi, ya sabes, el que parecía una cría de ratón con ropa.
-
No diría que
me deje engañar… yo elegí que controlara mi corazón para poder pelear otra vez
con Kakarotto sin limitaciones.
-
¿De verdad
lo crees?
-
Lo sé –
dije clavando mi mirada en sus ojos inquisitivos – yo soy un saiyajin, era cruel
y despiadado por naturaleza, matar se me facilita… no soy este monigote
comiendo pastel alegremente, soy un guerrero… pero con los años fui perdiendo
mi identidad. Cuando Kakarotto volvió a la tierra vi la oportunidad de cerrar
un desagradable capítulo de mi vida, pero al ver como esa oportunidad me era
arrebatada por un par de sabandijas auto nombradas dioses, perdí la cabeza –desvié
la mirada, sentía que algo se arremolinaba dentro de mí.
-
Eres una
persona maravillosa Vegeta…
-
¿…? – la mire
nuevamente confundido.
-
Incluso
ahora puedo ver la culpa que cargas por tus actos, probablemente mi esposo te
dijo que no debes dejar que eso te apesumbre… sin embargo yo opino lo
contrario. No es nuestro origen o nuestras decisiones lo que nos definen como
personas, sino la manera en la que enfrentamos el resultado ellas – alzo sus
manos a los lados como si sostuviese algo invisible en ellas – Saiyajin, terrícola,
realmente no hay diferencia, tan solo somos humanos. Cometemos errores y
tomamos malas decisiones, pero al final de cuentas es precisamente eso lo que
forma nuestro presente.
-
…
-
Apenas y
puedo imaginarme a mi apuesto yerno viajando por el espacio masacrando y
conquistando planetas como dieces que solías hacerlo, porque simplemente no ya
no eras esa persona cuando te conocí. Cuando llegaste por primera vez a nuestra
casa te veías tan confundido y frustrado que no puede más que abrirte la puerta
a nuestras vidas; de lo cual no podría estar más contenta… Mira – señalo con
una mano en dirección a la ventana.
-
… - No sabía
que esperaba que viera – solo veo un montón de insectos haciendo escándalo.
-
Es más que
eso, cada una de esas personas ahí afuera, las de esta cafetería, yo misma te
debemos a ti el estar aquí y poder disfrutar de estas delicias y de muchos
otros hermosos días como este.
-
¡Humph! No
me debe nada, fue Kakarotto quien lanzo la Genki
Dama que acabo con Majin Boo, y la fama de Mr. Satán lo que lo hizo posible
para empezar.
-
Pues a mí
me dijo Trunks que la idea de revivir a todos para crearla fue tuya; ¿no lo ves?
No habría importado que tan fuerte fuese Goku o que tan famoso sea Mr. Satán,
es por tu brillante mente y tu gran perseverancia que todo eso fue posible, y
por eso te doy las gracias hijo.
-
… - un estremecimiento
trepo por mi espina dorsal y causó estragos en todo mi ser.
-
Para
Trunks eres su papa, para mi esposo eres su mejor amigo, para Bulma sé que eres
su príncipe, pero para mí siempre serás mi héroe.
-
… - no podía
contenerme más –di, discúlpeme, tengo que ir al sanitario.
-
Adelante…
- dijo con su tranquila sonrisa de siempre.
Me abrí paso entre las
personas y entre el pequeño cuarto de baño donde había un par de cubículos a
parte del lavabo, estaba a solas así que me sentí aliviado. Me mire al espejo
frente al lavabo y contemple mis ojos llenos de lágrimas; mi garganta se
atragantaba de emociones que salían disparadas de mi corazón con cada uno de
sus latidos. Entre cada respiración que daba dejaba salir un pequeño sollozo,
avergonzado me cubrí el rostro y deje que la dicha de aquellas palabras me embargase.
Me tomo unos minutos recobrar la compostura, me enjuague el rostro en el
lavamanos y volví a la mesa… mi suegra me recibió con la misma sonrisa que tenía
aquella vez que la conocí.
-
¿Pedimos la
siguiente ronda de pasteles? – le pregunte sonriéndole de vuelta.
-
Me leíste la
mente ¡Oh jo jo jo!
Jamás he conocido a
una persona más desesperante y a la vez más amorosa y compresiva que mi suegra,
creo que iré a visitar a mis suegros más tarde y seguiré escribiendo mañana.
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