Verán, desde niño siempre fui el más bajo del salón,
probablemente por lo poco que me atraían los deportes, esto aunado una gran imaginación
hizo que los mundos fantásticos donde había seres que volaban y eran capaces de
proezas increíbles fueran mucho más llamativos para mi yo pequeño que el simple
hecho de patear una pelota o correr tras ella. Por desgracia el mundo infantil
es cruel, los niños no tienen definido un sentido de igualdad ni entienden la discriminación,
así que repelen por naturaleza todo lo que les es extraño, y durante mi
infancia era precisamente eso, extraño, o al menos eso creía.
En aquel tiempo, el bullying como se le conoce ahora, no era
un problema social y una conducta reprobable, era simplemente algo que lo niños
hacían, si a un niño lo molestaban era seguramente porque no sabía defenderse;
si no tenía amigos es porque él no era amigable, y si hablaba o pensaba de
maneras distintas, era simplemente porque era raro, no se consideraba salvo en
contadas excepciones su estado emocional o alguna disfunción mental o retraso
intelectual, después de todo eso era cosa de niños con síndrome de Down y esas enfermedades
poco comunes. En fin, yo era todo eso, (y no, no tengo síndrome de Down ni
estoy diciendo que quienes lo tienen sean menos) era raro, antisocial con otros
niños de mi edad y con intereses peculiares; mientras crecía se iba haciendo
evidente que no era como los demás niños, me gustaba aprender de cosas que no
enseñan en la escuela y veía tanta televisión que mi vocabulario y mi manera de
expresarme era extraña. Mi desempeño académico no era el mejor, ni siquiera
prometedor; en repetidas ocasiones se mandó llamar a mi mama a la oficina del
director porque me había negado a tomar apuntes o llevaba las tareas
incompletas. Sin embargo se me hicieron pruebas, se me asignaron tutores y me
entrevistaron no menos de 6 psicólogos para ver si estaba loco, según recuerdo
alguno de ellos menciono que tenía síndrome de Asperger. Sin embargo las
pruebas solo arrojaban que a parte de una gran imaginación y una muy buena
memoria, no había nada malo conmigo.
Durante todo ese tiempo una cosa fue constante, mi fascinación
con los héroes; no solo los justicieros encapotados, sino de todo tipo, los
inhumanos y misteriosos héroes como las tortugas ninja, los poderosos y
reflexivos héroes japoneses como Astroboy y los Caballeros del Zodiaco, los
honorables y nobles héroes como los Thundercats o los Halcones Galácticos. Yo
admiraba a esos héroes y deseaba ser como ellos; sus ideales moldearon mi moral
y sus aventuras me enseñaron sobre el bien y el mal definiendo lo que quería ser
y al igual que ellos cometí muchos errores y aprendí de ellos y lo sigo
haciendo.
Hoy en día, estos héroes siguen presentes, en nuevas formas,
pero bajo el mismo concepto, y con frecuencia cuando se les trata de adaptar
para complacer a los nuevos estándares terminando fracasando en su intento, porque
no está en su esencia el ser políticamente correctos o no binarios o alinearse
con ideologías pensadas a medias para complacer a los que quieren ser aceptados
sin querer encarar las críticas.
Los héroes buscan el bien común, le hacen frente a la
injusticia y no buscan aceptación, buscan la verdad, por eso no podemos forzar
a los héroes a que sean como nosotros, porque ellos son mejores y su papel es
inspirarnos para tratar de ser mas como ellos.
¿Qué que ocurrió con el niño que quería ser héroe? Nada, aún
sigue presente en mi tratando de ayudar a los demás, tratando de ser justo y
honorable, intentando salvar el mundo un día a la vez, fallando de vez en
cuando, desanimándose a veces y volviéndose a levantar para intentarlo de
nuevo, igual que los héroes a los que admira. La única diferencia es que se dio
cuenta que no estaba solo, hay muchos más que como el son héroes y heroínas de corazón.
Y tu ¿también eres un héroe?...
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