domingo, 6 de mayo de 2018

Las Memorias de Vegeta (Entrada 119)


24 de Noviembre 791

Hasta ese día después de mi plática con la madre de Bulma jamás me había sentido tan vulnerable, emocionalmente hablando. Mis emociones habían estado en una montaña rusa que subía y bajaba vertiginosamente, pero no me hubiera esperado el vuelco que se le avecinaba a mi corazón.

Como aún faltaba un par de días antes de que el Dr. Briefs terminase los preparativos de
“la gran pelea” como le llamaban los niños, quienes por su parte se la pasaban haciendo
Planes e ideado estrategias, cada vez que nos encontrábamos me lanzaban miradas
desafiantes y llenas de decisión. Al verlos tan motivados pensé que sería una buena idea que empezar a entrenar un poco por mi cuenta. Fue cierta mañana después entrenar en la cámara de gravedad que mi vida se estremeció de una manera que no lo había hecho hasta entonces; como no veía razón para fortalecerme aún más me limite a aumentar la gravedad 40 veces la de la tierra solo para entrar en calor. Deje que mi cuerpo se acostumbrara al cambio de gravedad por un momento y comencé con mi calentamiento, cuando me sentí listo me transforme en súper saiyajin e intensifique un poco más mis movimientos; mis fibras musculares empezaban a despertar después de haber estado aletargadas por tanto tiempo y considerando el gran esfuerzo que realizo mi cuerpo en la batalla con Majin Boo. Tanto así que podía sentir el ardor de mis músculos incrementarse lentamente conforme me movía, el estiramiento de mis tendones era refrescantemente doloroso y hacia que el entumecimiento causado por mi tiempo de inactividad desapareciese.

Entrene con esta intensidad por unos minutos mientras que en mi mente imaginaba los posibles escenarios de la pelea; teniendo en cuenta que los niños tratarían de usar todo tipo de técnicas inventadas para tomar ventaja, las cuales si bien eran una ridiculez, podían llegar a ser ridículamente poderosas debido a la transformación en súper saiyajin fase 3. No estaba del todo seguro de cómo habían logrado esa transformación pero estaba claro que lo habían hecho imitando la forma de Kakarotto, y siendo Trunks parte de esa combinación sabía que la desbordante imaginación de mi hijo había sido fundamental en descubrir cómo lograrla, “condenado chiquillo, si entrenase así de fuerte siempre ya sería tan fuerte como Tru…” me decía a mí mismo mentalmente hasta que me di cuenta de la redundancia al compararlo con mi otro hijo del futuro. No pude evitar preguntarme como se encontraría en ese momento, supuestamente nuestras líneas temporales son alternas, así que aunque los cambios que causo a la nuestra dieron como resultado en presente en el que vivíamos, en su mundo no mucho había cambiado, a parte de el mismo claro esta… ¡ahg! Esas tonterías de los viajes en el tiempo son demasiado confusas. Redirigí mi mente a mi entrenamiento enfocándome en mi respiración, sabía que el combate tomaría treinta minutos debido a límite de tiempo de la fusión, pero también sabía que la estamina de esos niños superaba por mucho la mía debido a la inagotable energía de la infancia; esto normalmente no sería un problema en una pelea entre dos guerreros adultos experimentados como Kakarotto y yo, pero si de algo me di cuenta cuando  Trunks y Goten pelearon en el torneo de las artes marciales era de que no tenían sentido del ritmo en una pelea, si bien hubo ciertas pausas, ambos se movían sin parar todo el tiempo, para un adulto esto se volvería agotador y frustrante en poco tiempo, así que dedique la mayor parte de mi entrenamiento a desarrollar explosividad y resistencia que me permitiera seguirles el paso por más tiempo.

Debí entrenar por unas cuatro horas continuas a mi máxima intensidad, cuando termine mis pulmones ardían suplicando un descanso y mi  enrojecida piel transpiraba sin cesar tratando de regular mi temperatura, el latir de mi corazón era tan fuerte que podía sentirlo retumbar en mis cienes. Tras apagar la máquina de gravedad, salida de la cámara y tome una toalla que estaba en el perchero justo a la entrada de esta, me restregué con ella levemente para secarme el sudor y me dirigí a mi habitación para tomar una ducha. Al entrar al cuarto me topé con Bulma quien estaba ordenando algunas cosas en su lado del closet, al escuchar la puerta abrirse se giró hacia mí.

-          ¡Ah! eres tu Vege… - su oración se quedó a medias, sus ojos se abrieron formando una expresión de miedo y su rostro palideció en un instante, de repente su cuerpo se volvió lánguido y empezó a caer al suelo.
-          ¡BULMA! – grite lanzándome para sujetarla al verla desfallecer - ¡¿Qué tienes?! – la sujete en mis brazos y le di unas palmaditas en las mejilla tratando de reanimarla - ¡TRUNKS TRAE A TU ABUELO DE INMEDIATO! – grite a todo pulmón, en poco tiempo Trunks, y los padres de Bulma aparecieron en la puerta.
-          ¡Que le paso a mi mama!
-          ¡Santo cielo! – dijo madre de Bulma con preocupación.
-          Vegeta recuéstala en la cama – ordeno el padre de Bulma al tiempo que sacaba una capsula de uno de los bolsillos de su bata. Al activarla un pequeño maletín apareció, dentro se encontraba una gran variedad de instrumentos médicos deja que la revise.
-          ¿Mi mama está bien? - Pregunto Trunks visiblemente alterado.
-          … - el Dr. Briefs escuchaba la respiración de Bulma y su corazón con un estetoscopio mientras que una maquina en su muñeca revisaba su presión sanguínea – sus signos vitales parecen estar bien, parece que solo se desmayó.
-          ¿Solo se desmayó? – pregunte – pero si estaba bien cuando entre al cuarto y de repente…
-          Jum… - el padre Bulma me miro con detenimiento por un momento – Oye Vegeta, ¿Por qué estas transformado?
-          ¿Eh? – me di cuenta hasta entonces al voltear a mirarme en el espejo del peinador en nuestra habitación, aún seguía transformado después de entrenar.

Le explique al padre de Bulma que acababa de entrenar y deshice la transformación. Tras revisar su presión una vez más el Dr. Briefs nos aseguró que Bulma estaría bien, y solo teníamos que dejarla descansar, a regañadientes  Trunks salió de la habitación con sus abuelos y yo me quede ahí solo con ella. Acerque una silla a un lado de la cama y me senté a vigilarla; a los pocos minutos la expresión angustiada en su rostro desapareció tornándose tranquila. La mire con detenimiento mientras yacía inconsciente en la cama, su respiración suave hacia que su pecho subiera y bajara rítmicamente con lentitud, la habitación estaba tan silenciosa que los únicos sonidos que escuchaba era los de su aliento y el tic tac de un reloj sobre el buro a un costado de la cama. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que habíamos estado en tanta calma? A pesar de verla a diario durante tantos años, me costaba trabajo recordar cuando fue la última vez que estuve con ella de esa manera, callado, solo mirándola. Su imagen estaba grabada en mi mente, bastaba con cerrar los ojos para poder verla, pero era muy distinto el simplemente detenerme a obsérvala con toda mi atención; el tono de su cabello, la manera en que el flequillo le caía sobre la frente, esas marcas de expresión al lado de la boca que eran casi imperceptibles y los pequeños lunares que había por aquí y por allá en su piel, tan pequeños que de no fijarse uno jamás podría verlos. Me descubrí a mí mismo sonriendo mientras admiraba a mi esposa, y aunque en el pasado me hubiese reprendido por semejantes sentimentalismos, acalle las protestas de mi yo saiyajin diciéndole que esto, esto estaba bien, esa mujer que yacía en la cama era mi esposa, y era más que digna de arrancarme una sonrisa, era valiente, aventurada, ocurrente, inteligente, y era hermosa. De todas las personas en la tierra, no en el universo, dudo que hubiese otra que se hubiera puesto a darle ordenes tan altaneras al príncipe de los saiyajin como ella lo hizo desde que llegue a la tierra para quedarme, haciéndolo aun a sabiendas de que era mucho más débil que yo… y es por eso que yo la amaba.

Voy a desayunar antes de seguir escribiendo, hoy es un día con muy poco que hacer, así que probablemente saldré de paseo con Bulma en la tarde, pero creo que poder escribir un poco más el día de hoy.

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