24 de Noviembre 791
Hasta ese día después
de mi plática con la madre de Bulma jamás me había sentido tan vulnerable,
emocionalmente hablando. Mis emociones habían estado en una montaña rusa que subía
y bajaba vertiginosamente, pero no me hubiera esperado el vuelco que se le
avecinaba a mi corazón.
Como aún faltaba un par de días antes de que el
Dr. Briefs terminase los preparativos de
“la gran pelea” como le llamaban los niños,
quienes por su parte se la pasaban haciendo
Planes e ideado estrategias, cada vez que nos
encontrábamos me lanzaban miradas
desafiantes y llenas de decisión. Al verlos tan
motivados pensé que sería una buena idea que empezar a entrenar un poco por mi
cuenta. Fue cierta mañana después entrenar en la cámara de gravedad que mi vida
se estremeció de una manera que no lo había hecho hasta entonces; como no veía
razón para fortalecerme aún más me limite a aumentar la gravedad 40 veces la de
la tierra solo para entrar en calor. Deje que mi cuerpo se acostumbrara al
cambio de gravedad por un momento y comencé con mi calentamiento, cuando me
sentí listo me transforme en súper saiyajin e intensifique un poco más mis
movimientos; mis fibras musculares empezaban a despertar después de haber
estado aletargadas por tanto tiempo y considerando el gran esfuerzo que realizo
mi cuerpo en la batalla con Majin Boo. Tanto así que podía sentir el ardor de
mis músculos incrementarse lentamente conforme me movía, el estiramiento de mis
tendones era refrescantemente doloroso y hacia que el entumecimiento causado
por mi tiempo de inactividad desapareciese.
Entrene con esta intensidad por unos minutos
mientras que en mi mente imaginaba los posibles escenarios de la pelea;
teniendo en cuenta que los niños tratarían de usar todo tipo de técnicas inventadas
para tomar ventaja, las cuales si bien eran una ridiculez, podían llegar a ser ridículamente
poderosas debido a la transformación en súper saiyajin fase 3. No estaba del
todo seguro de cómo habían logrado esa transformación pero estaba claro que lo habían
hecho imitando la forma de Kakarotto, y siendo Trunks parte de esa combinación sabía
que la desbordante imaginación de mi hijo había sido fundamental en descubrir cómo
lograrla, “condenado chiquillo, si
entrenase así de fuerte siempre ya sería tan fuerte como Tru…” me decía a mí
mismo mentalmente hasta que me di cuenta de la redundancia al compararlo con mi
otro hijo del futuro. No pude evitar preguntarme como se encontraría en ese
momento, supuestamente nuestras líneas temporales son alternas, así que aunque
los cambios que causo a la nuestra dieron como resultado en presente en el que vivíamos,
en su mundo no mucho había cambiado, a parte de el mismo claro esta… ¡ahg! Esas
tonterías de los viajes en el tiempo son demasiado confusas. Redirigí mi mente
a mi entrenamiento enfocándome en mi respiración, sabía que el combate tomaría treinta
minutos debido a límite de tiempo de la fusión, pero también sabía que la
estamina de esos niños superaba por mucho la mía debido a la inagotable energía
de la infancia; esto normalmente no sería un problema en una pelea entre dos
guerreros adultos experimentados como Kakarotto y yo, pero si de algo me di
cuenta cuando Trunks y Goten pelearon en
el torneo de las artes marciales era de que no tenían sentido del ritmo en una
pelea, si bien hubo ciertas pausas, ambos se movían sin parar todo el tiempo,
para un adulto esto se volvería agotador y frustrante en poco tiempo, así que
dedique la mayor parte de mi entrenamiento a desarrollar explosividad y resistencia
que me permitiera seguirles el paso por más tiempo.
Debí entrenar por unas cuatro horas continuas a
mi máxima intensidad, cuando termine mis pulmones ardían suplicando un descanso
y mi enrojecida piel transpiraba sin cesar
tratando de regular mi temperatura, el latir de mi corazón era tan fuerte que podía
sentirlo retumbar en mis cienes. Tras apagar la máquina de gravedad, salida de
la cámara y tome una toalla que estaba en el perchero justo a la entrada de
esta, me restregué con ella levemente para secarme el sudor y me dirigí a mi habitación
para tomar una ducha. Al entrar al cuarto me topé con Bulma quien estaba
ordenando algunas cosas en su lado del closet, al escuchar la puerta abrirse se
giró hacia mí.
-
¡Ah! eres
tu Vege… - su oración se quedó a medias, sus ojos se abrieron formando una expresión
de miedo y su rostro palideció en un instante, de repente su cuerpo se volvió lánguido
y empezó a caer al suelo.
-
¡BULMA! –
grite lanzándome para sujetarla al verla desfallecer - ¡¿Qué tienes?! – la sujete
en mis brazos y le di unas palmaditas en las mejilla tratando de reanimarla - ¡TRUNKS
TRAE A TU ABUELO DE INMEDIATO! – grite a todo pulmón, en poco tiempo Trunks, y
los padres de Bulma aparecieron en la puerta.
-
¡Que le
paso a mi mama!
-
¡Santo
cielo! – dijo madre de Bulma con preocupación.
-
Vegeta recuéstala
en la cama – ordeno el padre de Bulma al tiempo que sacaba una capsula de uno
de los bolsillos de su bata. Al activarla un pequeño maletín apareció, dentro
se encontraba una gran variedad de instrumentos médicos deja que la revise.
-
¿Mi mama está
bien? - Pregunto Trunks visiblemente alterado.
-
… - el Dr.
Briefs escuchaba la respiración de Bulma y su corazón con un estetoscopio
mientras que una maquina en su muñeca revisaba su presión sanguínea – sus signos
vitales parecen estar bien, parece que solo se desmayó.
-
¿Solo se desmayó?
– pregunte – pero si estaba bien cuando entre al cuarto y de repente…
-
Jum… - el
padre Bulma me miro con detenimiento por un momento – Oye Vegeta, ¿Por qué estas
transformado?
-
¿Eh? – me di
cuenta hasta entonces al voltear a mirarme en el espejo del peinador en nuestra
habitación, aún seguía transformado después de entrenar.
Le explique al padre de Bulma que acababa de
entrenar y deshice la transformación. Tras revisar su presión una vez más el
Dr. Briefs nos aseguró que Bulma estaría bien, y solo teníamos que dejarla
descansar, a regañadientes Trunks salió
de la habitación con sus abuelos y yo me quede ahí solo con ella. Acerque una
silla a un lado de la cama y me senté a vigilarla; a los pocos minutos la expresión
angustiada en su rostro desapareció tornándose tranquila. La mire con detenimiento
mientras yacía inconsciente en la cama, su respiración suave hacia que su pecho
subiera y bajara rítmicamente con lentitud, la habitación estaba tan silenciosa
que los únicos sonidos que escuchaba era los de su aliento y el tic tac de un
reloj sobre el buro a un costado de la cama. ¿Cuánto tiempo había pasado desde
la última vez que habíamos estado en tanta calma? A pesar de verla a diario
durante tantos años, me costaba trabajo recordar cuando fue la última vez que
estuve con ella de esa manera, callado, solo mirándola. Su imagen estaba
grabada en mi mente, bastaba con cerrar los ojos para poder verla, pero era muy
distinto el simplemente detenerme a obsérvala con toda mi atención; el tono de
su cabello, la manera en que el flequillo le caía sobre la frente, esas marcas
de expresión al lado de la boca que eran casi imperceptibles y los pequeños
lunares que había por aquí y por allá en su piel, tan pequeños que de no
fijarse uno jamás podría verlos. Me descubrí a mí mismo sonriendo mientras
admiraba a mi esposa, y aunque en el pasado me hubiese reprendido por
semejantes sentimentalismos, acalle las protestas de mi yo saiyajin diciéndole que
esto, esto estaba bien, esa mujer que yacía en la cama era mi esposa, y era más
que digna de arrancarme una sonrisa, era valiente, aventurada, ocurrente,
inteligente, y era hermosa. De todas las personas en la tierra, no en el
universo, dudo que hubiese otra que se hubiera puesto a darle ordenes tan
altaneras al príncipe de los saiyajin como ella lo hizo desde que llegue a la
tierra para quedarme, haciéndolo aun a sabiendas de que era mucho más débil que
yo… y es por eso que yo la amaba.
Voy a desayunar antes de seguir escribiendo,
hoy es un día con muy poco que hacer, así que probablemente saldré de paseo con
Bulma en la tarde, pero creo que poder escribir un poco más el día de hoy.
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