24 de Junio 791 8:27pm
Los meses seguían corriendo, pronto el año terminaría, ahora el 12 de mayo estaba a la vuelta de la esquina, mi tiempo se terminaba y comenzaba a afectar mi humor mas de lo normal; me volví mas distante con Bulma y su familia, no quería lidiar con la vida familiar, no tenia la paciencia para “jugar a la casita”
Mi entrenamiento había sido aparentemente en vano, todo este tiempo me había quedado atrás de Kakarotto y ya no me quedaba tiempo. Fue en octubre cuando Bulma nos despertó a todos con sus alaridos nocturnos.
- ¡Ya viene!... ¡Ya viene! – gritaba como posesa.
- Rápido, hay que subirla al auto- ordeno su padre que entro como un rayo a la habitación.
- ¡Hay! Que emoción… ¡voy a ser abuela! – diaria su madre siguiéndonos los pasos a saltitos y dando pequeños aplausos.
Yo por mi parte me veía presa de un extraño nerviosismo, lo que el Dr. Briefs había descrito como el milagro de la vida ahora me parecía una pesadilla de madrugada. No tardamos mas de 5 minutos en llegar al hospital, al parecer la familia de Bulma ya había planificado todo con antelación, al llegar al ala puerta un quipo medico ya nos esperaba con una silla de ruedas lista.
No tenía idea de que tan capaces eran los médicos terrícolas, sus arcaicos conocimientos de medicina dejaban mucho que desear; de pronto un tipejo con anteojos y cara de imbecil se aproximo, extendiéndome la mano.
- Su mujer esta en buenas manos, son el Dr. H… - antes de que pudiera terminar una frase lo tome por la camisa y le alce 30cm del suelo.
- ¡Escúchame bien sabandija!, ¡si algo sale mal juro que no te quedara un hueso sano en el cuerpo! – sus ojos estaban abiertos de par en par y seguramente estaba apunto de mojar los pantalones, pero entonces una mano firme se poso en mi hombro.
- Vamos Vegeta, bájalo para que pueda atender a Bulma, ya veras que todo estará bien – Era el Dr. Briefs, este hombre en verdad lograba sorprenderme a veces, ¿Cómo podía permanecer tan tranquilo?
- Ahora ve y haz tu trabajo – arroje al hombre al suelo, y este se levanto al instante, huyendo despavorido.
Me senté en la sala de espera, no paso mucho antes de que el padre de Bulma me trajera una taza de café, su madre mientras tanto había ida a la sala de maternidad para ver a los bebes recién nacidos. La espera se hizo larga, el reloj me daba la impresión de ir en reversa cada vez que no lo miraba, un maldito aparato se burlaba del príncipe de los saiyajin, mi padre se hubiera reído de la cara que de seguro ponía cada vez que alguien pasaba cerca de la puerta de la sala.
En medio de esta desesperante espera, me pregunte que paso por la mente de mi padre cuando yo nací, como ya he mencionado las relaciones familiares eran triviales para los saiyajin, así que imagino que el rey solo vio a su hijo como su heredero. Pero recuerdo que en los años anteriores a que fuera entregado a Freezer como muestra de lealtad, mi padre me llevaba consigo a todas sus misiones, a menudo compartíamos los alimentos, y cuando acampábamos entre los restos de las civilizaciones conquistadas, nos contaba a mi y a sus hombres sus anécdotas de batallas, el recuerdo mas claro que tengo de mi padre fue en una noche en la que a la luz de una fogata, contó la leyenda del súper saiyajin (ver apéndice), entonces mi imaginación infantil me mostró un universo a mis pies, un imperio saiyajin mucho mas grande que el de Freezer y su dinastía, conmigo, el legendario súper saiyajin gobernándolo todo.
Perdí el sentido del tiempo, divagando en mis recuerdos, cuando de pronto el Dr. Cara de imbecil entro en la sala.
- Ha sido un éxito, tanto madre como hijo están en perfectas condiciones.
- ¿Ya podemos ir a verlos? – pregunto la madre de Bulma con entusiasmo.
- En unos minutos mas, están bañado al bebe y en estos momentos deben estar llevando a su madre a su habitación.
- ¿Y dice que ambos están sanos? – pregunto el padre de Bulma, algo en su voz llamo mi atención, como si buscara cierta respuesta.
- Si… pero, bueno no se si deba comentar esto… el niño nació con cola – respondió el dr. Con voz temblorosa.
- Eso es perfectamente normal – conteste de inmediato.
- ¿De verdad?... entonces por eso la madre lo comento antes de iniciar el parto.
- ¿Bulma?... ¿Qué fue lo que dijo? – un extraño presentimiento me embargaba, algo frió parecía llenar mi estomago y querer subir por mi esófago.
- La madre me dijo que si el niño nacía con cola, no había de que alarmarse y que se le amputara y cauterizara de inmediato.
- ¡¿Qué haz dicho insecto?! – salte de inmediato sobre el hombre derribándolo al suelo sujetándole por la camisa - ¡¿en donde esta ella?!, ¡¿en que habitación?!.
- Du- d- doscientos trece… segundo piso.
Solté a esa patética bolsa de estiércol y corrí a las escaleras, en solo segundos ya estaba en el segundo piso… 200, 205, 211… 213. Abrí la puerta tan fuerte mente que destroce la perilla, camine hacia la cama, ahí estaba ella, se notaba que aun estaba agotada, pero al verme sonrió con ironía.
- Así que ya te enteraste- dijo con expresión triunfante.
- ¿Cómo te atreviste?
- Es mejor así Vegeta.
- ¿Mejor?, ¡mutilaste a mi hijo!... ¡le arrancaste su herencia saiyajin!.
- ¿Y que esperabas?, ¿Qué simplemente me quedara esperando a que un día se transformara en un mono gigante y nos matara a mi y a mis padres?
- No seas ridícula mujer, no hay razón para que eso pase, Trunks no podría hacer eso.
- Goku lo hizo – dijo cortantemente.
- ¿Qué tiene que ver Kakarotto en esto?
- Quizás no lo sepas… cuando Goku llego a la tierra fue encontrado por un anciano en las montañas, el lo adopto como su nieto. Una noche Goku miro la luna llena por primera vez y sin quererlo asesino a su abuelo – no te que sus ojos se tornaban vidriosos – Goku no suele hablar de ello, pero cuando estuvo en el hospital depues de la batalla que tuvo contigo, me dijo que por fin supo la verdad de cómo murió su abuelo Gohan… - su voz se volvió un hilo y continuo – lo hubieras visto, fue la segunda vez que lo he visto llorar en su vida, se sentía tan culpable por lo que sucedió, tan frustrado por haberlo ignorado todos esos años.
Sus lagrimas comenzaron a correr y se cubrió el rostro con las manos - ¡yo no quería que mi hijo pasara por lo mismo! – aun entre el llanto se forzaba a seguir hablando, sin poder entenderlo del todo, la furia que sentía comenzaba a apagarse – perdóname Vegeta – estaba apunto de responderle cuando una enfermera entro en la habitación. Miro extrañada la puerta dañada y luego rodeo la cama en la que Bulma se encontraba, cargaba en sus brazos un pequeño bulto, trague saliva suponiendo lo que debía ser.
- Aquí esta tu mami bebe, es precioso señora – dijo jovial mente la regordeta enfermera mientras le pasaba el bulto a Bulma, ella sonrió y luego me miro.
- Mira Vegeta… es tu hijo.
Me aproxime lentamente, y aun mas lento me incline para verlo. Envuelto en un cobija e color azul pastel estaba esa diminuta personita, con color poco rojizo en su cara hinchada, sus pequeñas manos apretadas en puños y unos pocos mechones lilas brotando de su cabeza.
- Me pregunto si ese cabello es herencia de mi padre – dijo ella con alegría.
- No, los saiyajin somos por lo general de cabello negro, pero mi padre era pelirrojo, así que tiene su cabello y el tuyo.
- Es cierto, ahora que lo mencionas a veces tu cabello toma un tono rojizo con la luz del sol.
Me alce un poco para verlos a ambos, juntos madre e hijo, era una imagen hermosa, tanto que me hizo preguntarme como había sido el rostro de mi propia madre. Pero de inmediato este precioso momento fue ensombrecido por mi memoria, los androides, el 12 de mayo ahora seria una fecha en la que mi familia se vería afectada, era hora de reiniciar mi entrenamiento, y para lograr mi objetivo debía apostar mi vida en ello.
- Bulma, voy a viajar al espacio a partir de hoy.
- ¿Que? Acaba de nacer tu hijo, ¿no puedes olvidarte de entrenar ni siquiera en este momento?
- No, mucho menos en este momento, es imperativo que logre superar a Kakarotto y haga trizas a esos androides – ella permaneció en silencio, así que me di media vuelta y me dirigí hacia fuera.
- ¿Vegeta? – su voz llamándome hizo que me detuviera en el umbral y la mira de reojo, estaba sonriendo con orgullo – Si te vas.. no te atrevas a volver hasta que te hayas convertido en un súper saiyajin.
- Je… ya lo se mujer – le devolví la sonrisa y salí del cuarto.
Ya es algo tarde y Bulma me esta llamando para dormir, continuare después.
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