martes, 25 de junio de 2019

Es Un Terror Estar Con Obrador


¿Se acuerdan de este spot de televisión con la voz de Carlos Segundo?



¡Qué razón tenía usted Sr. Piccoro!

Rara vez hablo de política aquí en el blog, cuando lo hago es porque hay algo que de verdad no puedo guardarme y que siento que debe expresar. Antes que nada, déjenme dejar clara una cosa, no soy priista, ni panista, morenista ni partidario de ningún grupo; soy mexicano, y como tal mi principal interés es México. Siempre he sido de la idea de que no tiene caso mudarte a otro estado o a otro país para tener acceso a los medios para aprovechar mejor tu potencial o tener una mejor vida, en lugar de eso debes mejorar el lugar donde radicas, no solo para ti, sino para todos los que ahí viven. Y sin embargo día a día desde que López Obrador asumió la presidencia, la idea de dejar México y dejar lo que conozco atrás se vuelto más tentadora.

No soy un experto político, ni un analista financiero. Pero tengo el conocimiento y el raciocinio suficiente para darme cuenta de que algo anda muy mal. Desde hace mucho tiempo México sufre de violencia en las calles, corrupción, impunidad y cuanto delito quieran nombrar, pero aun con todo esto yo vea futuro en el país, una tormenta que tarde o temprano pasaría siempre y cuando siguiéramos resistiéndola. Hoy no es así; veo en el horizonte una tempestad que se aproxima en medio de los vitoreo de la gente que está inconforme, que quiere un cambio cueste lo que cueste.

México tiene actualmente no solo un presidente inepto, sino uno que es peligrosamente obstinado. Tengo muy presente aquel día en el que AMLO desconoció las elecciones en las que Felipe Calderón fue electo, y decidió hacer su propia toma de poder en medio del Zócalo de la ciudad de México, nunca voy a olvidar lo ridículo que se veía mientras el aire lo despeinaba y una ancianita de manos temblorosas le colocaba la banda presidencial.

En aquel momento jamás me imaginé que aquel demente obsesionado con el poder se convertiría en el senil demente obsesionado con el poder que ahora gobierna México. Y Hoy 25 de junio de 2019 tras los primeros 6 meses de su mandato me siento con más temor que nunca ante un gobierno que siente que puede hacer lo que se le antoje y un pueblo con 30 millones de ilusos dispuestos a permitírselo. Y no se equivoquen, no es que los gobiernos anteriores no tuvieran montones de defectos, pero por lo menos antes era el pueblo contra el gobierno, ahora el pueblo sirve de escudo para justificar cualquier tontería que su presidente diga.

Yo puedo decir con un mano en la cintura que AMLO no es mi presidente y no me representa, el problema son sus millones de seguidores que veneran y toman como divina cada una de sus palabras, en algunos casos literalmente por desgracia. En el país vecino del norte, Estados Unidos, tenemos muy claro y presente que es lo que sucede cuando un presidente que expresa una ideología negativa llega al poder: Desde que Donald Trump asumió el cargo, los crímenes de odio se han disparado, las denuncias de racismo hacia todas las personas que no son consideradas “Americanas” son cosa de todos los días, en todos los estados. La razón de esto es muy sencilla, en el subconsciente del pueblo estadounidense se ha implantado una idea muy peligrosa: “Si mi presidente es racista, entonces está bien que yo lo sea”. Y en México los partidarios de AMLO se dicen el siguiente mantra en lo más profundo de su corazón: “Si lo dice Obrador, debe ser cierto”

Pero seguramente se preguntaran “¿de dónde viene ese temor del que hablas?”

La semana pasada una lúgubre y morbosa idea se me vino a la mente, una idea que de momento sonara como una teoría conspiratoria y espero por el bien de todos que solo sea eso, una teoría que no se hará realidad jamás.

Mucho se ha dicho sobre que AMLO es un socialista, que se va a querer reelegir y va a convertir a México en Venezuela, pero poco se dice sobre como lo haría.

Bueno, pues de la siguiente manera:

Ya ha amasado una gran cantidad de seguidores, sus famosos 30 millones, y es por todos es bien sabido que constantemente entran al país más y más inmigrantes desde la frontera sur buscando pasar a EU y que terminan quedándose atascados en nuestro país, y el gobierno ha colapsado los sistemas de asistencia tratando de darle albergue a un montón de parásitos que al no poder alcanzar su meta de vivir de la beneficencia gringa, se quedan aquí cómodamente mendigando en nuestras calles. Y no, no es porque no sean mexicanos por lo que me expreso de esa manera de ellos. En todo país hay gente buena y gente mala, personalmente tengo la fortuna de conocer personas maravillosas del centro y sur de américa, pero al mismo tiempo, por mi trabajo como Intérprete para estados unidos he presenciado de primera mano cómo la mayor parte de los migrantes solo van en busca de vivir de la caridad. Y ahora los veo cara a cara a diario pidiendo limosna, con los mismos argumentos vacíos que escucho a diario en el trabajo. Ahora imagínense que a futuro, AMLO logra darles la ciudadanía Mexicana a estos refugiados, con lo cual ellos agradecidos se integran a las filas de sus seguidores.

Por si esto fuera poco, su gobierno le está abriendo la puerta a las religiones para involucrarse en la vida política del país.

Los Mexicanos son tremendamente religiosos, peligrosamente religiosos me atrevería a decir, en más de una ocasión se ha dado el caso de que un líder “espiritual” llama a su congregación a unirse a cierto movimiento o hasta votar por cierto candidato; ¿estoy equivocado si pienso que un gobierno coludido con grupos religiosos podría usar la fe para influenciar a los votantes?

Como dije, esta es solo mi teoría, pero toda lógica me dice que AMLO está haciendo lo que ha hecho siempre, campaña, y ahora con el poder de acomodar la fichas a su conveniencia. Cada día que pasa va ensanchado sus filas con seguidores, recursos e instituciones, preparándose para el día en que decida poner en Jaque la frágil democracia del país, o por lo menos para dividir al norte y al sur, ya que es de este lado del país donde menos apoyo tiene al día de hoy.

De verdad espero equivocarme.


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