Pero mientras, Dongmei Li, ha presentado una demanda inverosímil, como la que ha efectuado la industria discográfica con la ya referida usuaria de internet. Reclama sin rubor alguno que la empresa de la manzana le haga entrega de un millón de dólares porque decidió bajar el precio del iPhone de 8GB en 200 dólares.
La demandante alude que fue timada, que debió pagar una cantidad mayor y que hacerse de dicho aparato repercutió en su bolsillo, siendo que si Apple lo hubiera puesto desde el inicio a un precio como el de ahora, no le hubiera ocasionado daño a su patrimonio. Lo absurdo es que evidenció que el precio no le parecía mal y si la compra le significó privarse de otros productos fue problema personal. La demandante no puede argumentar que se trató de un precio abusivo el que tuvo que pagar, ya que al no ser un producto de primera necesidad tuvo premura en comprarlo cuando se lanzó y eso fue reflejo de que su interés era hacerse del mismo para quedarse con él o venderlo a otra persona.
La realidad es simple y llanamente el afán de estar a la moda, de ser parte del exclusivo grupo in que está a tono con los gadgets de punta. Lo que buscaba era alimentar su ego, que el mismo fuera satisfecho y para ello no reparó en los costos. Cometió un error porque no calculó que el monto del producto bajaría notoriamente en poco tiempo. Se equivocó y sus expectativas fueron vapuleadas. Incluso Apple ha dicho que no adquirió el aparato que es motivo de la demanda, pero sí compró dos iPhones de 4 GB.
Posiblemente lo que pretenda Li es crear ruido mediático, provocar temor en Apple quien ante un posible daño a su imagen opte por negociar con ella y le pague una cantidad inferior a lo que pide. En definitiva, estamos ante esos absurdos en que cae la protección del consumidor que deriva en chantajes para hacerse de dinero inmerecido.
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