domingo, 8 de diciembre de 2013

Las Memorias de Vegeta (Entrada 87)



28 de Agosto 791

Me quede de pie por unos minutos en completo silencio mientras los latidos de mi corazón retumbaban en mi pecho y mis pulmones jalaban tanto aire como podían. Podía sentir mis palpitaciones en las sienes, las puntas de mis dedos y el cuello; mi cuerpo me lo estaba diciendo “este es tu límite”, un pensamiento que muchas otras veces me había rondado la cabeza, pero que hasta ahora había logrado vencer a través de mi esfuerzo y dedicación. ¿Cuántas veces había superado ya mis límites para alcanzar a  Kakarotto? Me había levantado del lodo de la humillación una y otra vez solo para encontrarme con una meta aún más lejana, y sin embargo me había puesto a la altura siempre.

-        ¿Cómo te sientes Vegeta?- la voz de mi suegro a través del altavoz en laboratorio me saco de mis pensamientos.
-        ¡Eh!... sí, estoy bien… ¿Qué dicen los análisis Dr.?
-        Ammm, veamos… a comparación de los últimos resultados… estas 30% por encima de tu rendimiento anterior.

¡Treinta por ciento! Entonces ¿porque? ¡¿Por qué no podía superar los poderes de un súper saiyajin?! Si los resultados eran correctos, mi poder seguía creciendo, pero no lograba la siguiente transformación. Ahora sabía cuál era el catalizador, pero aun así no había alcanzado mi objetivo.

Salí del laboratorio y me di una larga ducha, el agua caliente siempre me ayudaba a aclarar mis pensamientos.  Aún era temprano, así que Bulma no había regresado de las oficinas de la corporación capsula; al salir del baño fui a nuestra habitación, al entrar el aroma del perfume de mi esposa aun impregnaba el cuarto, me quite la toalla que llevaba en la cintura y la arroje sobre la cama aun distendida. Poco después de que nos casamos, Bulma hizo construir un vestidor más grande en nuestra recamara, así que ahora también mi ropa estaba aquí; entre en el vestidor y fui recibido por mi reflejo desde 3 espejos de cuerpo completo, en mi piel aun escurrían unas pocas gotas de agua que caían desde mi cabello húmedo, estas se perdían entre las muchas cicatrices en mi cuerpo. A mi derecha estaba mi guarda ropa y  a mi izquierda el de mi mujer, el cual era notoriamente mayor, nunca he entendido del todo porque necesita tanta ropa, pero me encanta como luce con ella.

Me vestí con una camisa azul, pantalones de vestir blancos y zapatos negros; en los últimos meses había tomado gusto en vestirme elegantemente, a Bulma le gustaba y a mí me agradaba mi apariencia vestido de esta forma, además comparado con el ajustado traje de batalla saiyajin era muy liberadora la soltura de estas prendas, aunque no era lo más apto para combatir. Me puse un poco de la colonia que Bulma me regalo unos meses atrás – me pregunto ¿Cómo es que esa mujer siempre sabe que regalarme? – me dije a mi mismo el aroma a madera y bosque lleno mis fosas nasales y me encamine hacia la ventana del cuarto. Parado en la terraza que daba al patio trasero me pregunte por un momento si sería mejor salir en el Súper V1 pero decidí ir caminando, simplemente quería distraerme un poco, así que un paseo por la ciudad estaría bien. Tome mi billetera del buro de mi lado de la cama y salí de casa.


Las calles estaban bulliciosas como cualquier otro día entre semana. Policías dirigiendo el tráfico, autos sonando sus bocinas, hombres y mujeres de todas las edades parloteando mientras caminaban; con el tiempo me fui acostumbrando a su presencia asi que después de tantos años, podía andar por la calle sin que me exasperaran con solo existir. Al principio no entendía como estas sabandijas podían vivir de manera tan intrascendente, pero luego comprendí que era como comparar la vida de una hormiga con la de un halcón, no conocen un mundo más de sus narices, así que es imposible que vieran el mundo de la manera que lo hacemos nosotros. Para Bulma y un puñado de terrícolas es una realidad distinta; ellos han presenciado cosas fura de este mundo, algunos se han codeado literalmente con los dioses, mientras el resto de los insectos de la tierra van por la vida ignorando lo que sucede a su alrededor.

 Siendo demasiado temprano como para visitar el bar de Mike decidí pasar algo de tiempo en el centro comercial, de vez en cuando la librería tenía algún buen libro que comprar y en la cafetería de a lado podía disfrutar de una buena taza de café mientras leía las primeras páginas. El centro comercial quedaba relativamente retirado del vecindario donde estaba la corporación capsula, así que me eleve lo más discretamente posible para volar. Me importaba un bledo que la gente me viera pero era un fastidio cuando alguno se le ocurría hacer preguntas. Una vez en el aire solo me tomo alrededor de 5 minutos llegar al centro comercial. Como de costumbre estaba casi totalmente abarrotado; a pesar de que la mayoría de los autos cuentan con la función para guardarse en capsulas mucha gente prefiere dejarlos en el estacionamiento, fue una suerte que trajera mi auto, a mí tampoco me gusta convertirlo en capsula porque se llena de polvo a causa de la explosión al sacarlo de ella.

-        Buenos días Sr. Vegeta – Me saludo la encargada desde el mostrador tan pronto entre en la biblioteca.
-        … - Le respondí el saludo con la mano.
-        Nos llegaron hoy nuevos ejemplares que quizá le interesen.
-        Bien, los revisare.
-        Si gusta tomar asiento hare que se los lleven en un momento, ¿Café?
-        Por favor.

Me senté en la sala de lectura dentro de la librería. Me gustaba en particular el servicio aquí, tenían un acuerdo con la cafetería para atender en conjunto a los compradores, lo que hacía que cada visita fuera una experiencia muy agradable y como ya era un cliente regular la encargada ya sabía cuáles eran mis gustos.

Sentado en un mullido sofá y con una pequeña pila de libros enfrente espere a que llegara mi café. Un par de horas y 3 tazas de café después me había leído la introducción de todos los libros que me trajeron, elegí los 5 que más me gustaron y llame a la encargada.

-        Comprare estos.
-        Como diga, ¿quiere que se los mandemos a casa?
-        Desde luego.

De ahí me pase al departamento de caballeros en la tienda de ropa, desde hacía algún tiempo le había tomado el gusto al aroma a ropa nueva así que siempre que venía procuraba darme una vuelta. Pronto me llamo la atención una chamarra de piel color avellana y decidí comprarla, una de las mayores ventajas de que tu esposa sea la heredera de corporación más grande del mundo es que no tienes que pasar por penurias con el dinero.

Y eran poco más de las 2 de la tarde así que me detuve en un restaurante dentro del mismo centro comercial y comí una buena ración de costillas. Si algo tengo que reconocerle a los terrícolas es que tienen una gran habilidad culinaria. En mis días como mercenario espacial probé muchos tipos de comida y cuando vivía en el planeta Vejita llegue a comer lo mejor que tenía la gastronomía de mi pueblo, pero sin duda la variedad que ofrecía la tierra era mucho mejor. En particular uno de mis platillos favoritos era el sushi aunque nunca despreciaba los buenos cortes de carne.

Luego de la comida decidí que era hora de volver a casa, seguramente Bulma se enojaría por haber comido por mi cuenta, pero ese día quería relajarme lo más posible. Nuevamente tome el vuelo y volví con rapidez a casa, como era de esperarse toda la familia estaba reunida en la mesa, incluso estaba Goten que al parecer había venido a jugar con Trunks y Milk que lo había traído, probablemente se quedaría el resto de la tarde. Comparadoras, Ella y Bulma eran muy distintas, no solo en edad y apariencia, sino en su carácter, mientras Milk estaba completamente absorta en su papel de madre, Bulma era una mujer más polifacética, madre, esposa, empresaria, inventora e incluso aventurera, viera por donde lo viera mi mujer era fabulosa.

-        ¿Mmmm? Sucedió algo bueno Vegeta- Pregunto de repente Bulma confundida pero visiblemente alegre.
-        ¿Eh? No en realidad, ¿Por qué lo preguntas?
-        Es que estas mucho más sonriente que de costumbre.

En ese momento lo entendí todo. Fue como si alguien me mostrara la pieza que faltaba en el rompecabezas. Toda mi vida había sido un guerrero sin escrúpulos, impulsado por la venganza y el orgullo, mi entrenamiento constante había sido con la única meta de superar a Kakarotto y por mucho tiempo estuvo claro el camino a seguir. Mire en retrospectiva mi vida; mi infancia y adolescencia como prisionero de Freezer, Mi edad adulta a su servicio, mi batalla personal e inconclusa con mi rival y mi sanguinaria marcha por el planeta natal de Piccoro, y si ponía a ese hombre en una balanza contra el hombre que estaba sentado con su familia en ese momento podía ver una gran diferencia.

La ira y rencor que llenaban mi corazón habían sido remplazados por paz y alegría en mi nueva vida, algo que posiblemente ya sabía pero no había reconocido hasta ese momento. Yo no estaba sonriente porque algo bueno hubiera pasado, sonreía porque cada día en la tierra, en compañía de estas personas era bueno… Yo era feliz.

Ahora entendía porque no me había transformado en algo más que un súper saiyajin, a diferencia de Gohan, ya no podía sentir una genuina sed de sangre. Tan solo quedaba el hueco de la rivalidad que Kakarotto había dejado tras su muerte.

Incluso hoy en día y tras todo lo que ha pasado, me despierto por las mañanas y veo el rostro de mi esposa durmiendo a mi lado, contemplo las sonrisas de mis hijos durante el desayuno y no logro concebir otra manera de ver la vida… Creo que dejare de escribir por hoy, hoy está toda la familia en casa no sería mala idea pasar algo de tiempo con ellos.

3 comentarios:

Scabbers dijo...

Mas vale que Vegeta consiga el nivel SS2 antes e NAvidad, asi puedo comer turrón y sidra sin problemas XD. Saludos

karime dijo...

Jaja ya se no lo consigue y cuando llegan los androides ojala Aun no

PauRpo dijo...

<3