domingo, 7 de julio de 2013

Las Memorias de Vegeta (Entrada 81)



8 de Agosto 9:00pm

Por un momento el silencio se apodero de ambos de una manera muy incómoda. Los ojos de Bulma estaban completamente abiertos y su expresión era de absoluta sorpresa, por mi parte, estaba haciendo un esfuerzo por mantenerme calmado, esta situación era sumamente embarazosa.

-        ¿Estuviste trabajando para comprar esto? – pregunto rompiendo el silencio.
-        …- trague saliva y asentí torpemente con la cabeza.
-       
-       

El silencio se reanudo por un momento que pareció eterno antes de que ella volviera hablar.

-        N, no sé, ¡que decir! – sus ojos se llenaron de lágrimas y se llevó las manos a la boca.
-        ¡¿…?! - ¿Qué diablos había hecho mal ahora?

Me levante para acercarme a ella, pero antes de que terminara deponerme de pie tomo el anillo de mis manos y se abalanzó sobre para besarme.

-        ¡Sí!... ¡Acepto!... ¡Me casare contigo Vegeta!... – me colmo de besos entre palabra y palabra.

Un extraño sentimiento se arremolinaba en mi pecho, una mezcla de felicidad y pánico que era disfrutable y dolorosa a la vez. Se detuvo por un momento para tomar el anillo entre sus dedos y lo miro detenidamente – Es hermoso – dijo con suavidad en su voz
, luego sus ojos repararon en el interior del anillo.


-        “Para mi princesa de tu príncipe” – leyó la inscripción con una sonrisa.
-        … - al escucharla en voz alta me sentí sumamente avergonzado.
-        ¡Vegeta! – dijo con un suspiro antes de poner el anillo en su dedo anular de la mano izquierda.
-        ¿No se supone que yo…?
-        … - negó con la cabeza – no importa, esa no es la clase de cosa que le sienta a mi príncipe.

Su sonrisa era demasiado hermosa, sus ojos vidriosos brillaban radiantes y vivos. En ese momento me di cuenta de lo mucho que había extrañado su presencia, cuanto mis brazos habían deseado rodearla, lo mucho que mis labios ardían por los suyos. Pero esta vez era más intenso, más profundo la mera expresión carnal del deseo o el cariño; nos besamos con locura y nuestros cuerpos se dirigieron a la cama de mi habitación por su propia voluntad. Pronto estábamos tendidos, yo en la cama y Bulma sobre mí; nuestros labios se buscaban frenéticamente mientras que nuestras lenguas bailaban a un ritmo que solo ellas entendían. Bulma estaba sorpresivamente dominante; acaricio mis brazos desde los hombros hasta llegar a mis manos, las tomo y entrelazo su dedos con las mías; abandono mis labios para besar mi cuello y no pude evitar soltar un ligero jadeo, el cual estoy seguro que no paso desapercibido para ella, ya que siguió besándolo. Soltó una de mis manos y comenzó a desabotonar mi camisa; ¿Qué era esta sensación? Era como aquella vez que aprovecho que estaba inmóvil por mis heridas para jugar con mi miembro; pero esta vez la sensación de impotencia era deliciosa y no quería que se detuviera. Con destreza su mano removió mi cinturón y se abrió paso en mis pantalones. El calor de su piel permeaba a través de mi ropa interior. Ya desde el principio había empezado a excitarme, pero con su tacto mi hombría alcanzo su máxima dureza. Bulma me miro y sonrió maliciosamente. Se irguió para sentarse sobre mí; el rigor de mi virilidad se encontró con la suavidad de su entre pierna, la sensación solo era amortiguada por nuestras prendas de vestir. Ella se despojó de su blusa quedándose solo con la mini falda y su sostén a la vista.   Su pecho lucia erótico y tentador y sus ojos me decían que ella lo sabía, tomo mis manos en las suyas y las guio hasta sus senos; un ahogado gemido salió de su boca cuando mis manos entraron en contacto con la suavidad de su busto, pero aun así ella mantuvo el control de mis manos, las dirigió a su antojo y restringió mis movimientos cuando no le parecía. Luego hizo que la recorriera por los lados, bajando hasta sus caderas, las cuales habían comenzado a mecerse cadenciosamente sobre mi pelvis, provocándome sin entregarse del todo.

-        Arráncamela – ordeno mirándome con pasión con su voz jadeante.

Hipnotizado por sus ojos obedecí; sujete la tela con mis dedos y jale de ella con ambas manos a izquierda y derecha, la falda se desgarro con facilidad y al mismo tiempo también me decide de sus pantaletas.

-        ¡Ahn! – su gemido fue enloquecedoramente sexy.

Repentinamente mi entrepierna sintió la cálida humedad de sus partes y un shock de lujuria golpeo mi cerebro. Con una facilidad increíble me quite el resto de la ropa sin que Bulma tuviera que quitarse de encima mío, y ahora, libres de restricciones y sin esperar más, me hice uno con ella. Me recibió con suavidad y fácilmente, gimiendo con cada sensación al entrar en ella; rápidamente ella retomo el control, apoyando sus manos en mi peso y marcando el ritmo con su cuerpo… me estaba haciendo a su manera, y yo lo disfrutaba. La sujete por el trasero, haciendo mis arremetidas más profundas, estaba completamente inmerso en el placer, poseso por los ojos de la mujer que pronto se convertiría en mi esposa. Bulma leyó mis gestos, mi respiración y reacciones corporales, adaptando sus movimientos a cada momento; de pronto sus caderas aceleraron, moviéndose más violentamente hasta quedarse quieta. Había orgasmado. Ahora era mi turno de dominar. Sin darle un descanso tome el control y reinicie mis embestidas, su cuerpo aun extasiado lo resintió tanto que su expresión fue una mezcla de dolor y placer, trato de articular un “no… ya no” pero yo la conozco bien. Aun deseaba más. Alce mis rodillas apoyando mis pies en la cama, para así poder alzar más mis caderas, la penetre salvajemente y grito tan fuerte que seguramente nos oyeron en toda la casa. No acelere, deje que mi hombría entrara y saliera de ella más de lo normal, dejando que sintiera más prolongada cada arremetida.  Yo mismo comencé a sentir el efecto de mis movimientos, lo sentía llegar y no me detuve; me deje llevar y llegue a mi limite y acto seguido Bulma se encogió en hombros conteniendo un gemido mientras alcanzaba el clímax nuevamente.

Cansada, se recostó en mi pecho y yo la abrace. Extrañamente, nuestros corazones se sentían como si latieran al mismo ritmo.

Recuerdo que esa noche lo hicimos 4 veces más y dormimos juntos. ¡Argh! Cuanto más va a tardar esa mujer en volver, tanto recordar ya hizo que me diera antojo.

6 comentarios:

Vitrioluz, El Fecundo en Ardides dijo...

Jajajaja debo decir que me ha sangrado la nariz???

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
karime dijo...

Pues.. si algo fuertecito, pero estuvo entretenida, espero que las demas esten un poco bajaditas de tono :D!, y si vitroluz creo que debia sangrarte la nariz xd

Anónimo dijo...

Muy buena, me agrada la forma en que le pones erotismo a tu relato, sin llegar a ser vulgar como otros que me he topado. Eres un excelente escritor, sigue así :)

Kirla dijo...

Debo decir que me encanto

Anónimo dijo...

Por dios estos dos en esta entrada estuvieron hirviendo ......me encanto ese erotismo que me los imagine hahahahahahaha