viernes, 5 de julio de 2013

Las Memorias de Vegeta (Entrada 79)



8 de Agosto 791 12:00pm

Una pavada de pájaros huyó volando despavoridos por el estruendo del árbol al caer. En mis pies pude sentir la tierra retumbar al caer al suelo el tronco, la sensación fue mucho menor a las que anteriormente había experimentado, yo mismo podía hacer que la tierra se estremeciera con solo desearlo, sin embargo era refrescante experimentarlo por una causa ajena a lo que estaba acostumbrado.

-        Una vez que ha caído lo dejas ahí para que lo recojan con la máquina – dijo Gerard señalando con su mano enguantada en carnaza hacia la maquia con ganchos que estaba acomodando los arboles ya talados.
-        ¿Eso es todo?
-        Sí.
-        Parece fácil.
-        Sí, pero fiuuu se requiere de un gran esfuerzo – remarco secándose el sudor de la frente con un pañuelo que saco de su bolcillo trasero.
-        … - no quise agregar nada.
-        Bien, muéstrame como lo haces – me tendió el hacha por el mango, pero la rechace con un ademan de la mano.
-        No la necesito.
-        ¿Eh? Pero…

Antes de que pudiera replicar avance con las manos en los bolsillos hacia el siguiente árbol marcado con tiza y sin mucho esfuerzo lo patee lo más cerca de la base que pude. La madera crujió como si el árbol gritara de dolor mientras mi pierna atravesaba su tronco. Ante la mirada atónita de Gerard el árbol se desplomo violentamente hasta caer al suelo.


-        ¿Qué le pareció? – pregunte con una sonrisa triunfante mientras sacudía unas pocas astillas de mi pantalón.
-        … - Gerard estaba boquiabierto – E, el árbol…
-        ¿Qué pasa con el árbol?
-        ¡Va colina abajo! – dijo señalando a donde había caído el tronco.

Mire rápidamente en dirección a donde señalaba; efectivamente, el tronco se deslizaba por la colina rápidamente. Sin dudarlo un segundo lo alcance dando un salto y lo sujete con una mano. Lo tome con tanta fuerza que mis dedos de incrustaron en la madera, la inercia del árbol me jalo, instintivamente me aferre al suelo con mi otra mano. Mis botas perdieron toda tracción sobre la tierra suelta, forzándome a poner más fuerza en mi mano en tierra, haciendo que esta arañara con los dedos la superficie. Todo pasó en segundos, y apenas había descendido unos 10 metros el tronco cuando por fin pude detener su avance. Luego me incorpore y lo jale colina arriba para volver con Gerard. La subida no fue difícil, pero si incomoda. La derruida tierra era resbaladiza y la posición en la que estaba concentraba mucha presión en mi columna, seguramente lo iba lamentar en la noche.

Cuando alcance a Gerard sus ojos estaban desorbitados y su quijada desencajada.  Solté el tronco y este quedo inmóvil en la tierra; Gerard parpadeo un par de veces y balbuceo algo ininteligible.

-        Tratare de que no pase es nuevamente – le dije con confianza dándole unas palmaditas en el hombro.

Me acerque a otro árbol y lo mire detenidamente. Repase en mi mente lo que acababa de pasar y trate de discernir la diferencia entre lo que había hecho Gerard y lo que yo había hecho; ambos arboles habían quedado con un ángulo inclinado al caes al suelo, pero el que corto él no se deslizo. Reviví en detalle cada momento en mi mente y los compare. La respuesta llego rápidamente a mí. Cuando Gerard talo el árbol, este cayo más lentamente, generando menos momento e inercia al caer, en cambio el mío cayo mucho más rápido por el impulso de mi patada, por lo que la aceleración que llevaba ayudo a que no se detuviera al caer. Pensé por un momento la mejor manera de cortarlo y con dos firmes golpes usando el lado de mi mano con los dedos extendidos, desbaste la base por encima de las raíces. Retrocedí unos pasos y como esperaba, el árbol cedió lentamente, rebotando un par de veces al azotar contra el suelo y luego quedo inmóvil… -¡Excelente!- me dije a mi mismo.

Gerard se retiró sin decir palabra, volviendo solo de vez en cuando para “supervisarme” y cuando llevaba un centenar de árboles talados me pidió que me detuviese, argumentando que había un límite de árboles que se podían talar, además de que el aserradero tardaría varios días en procesarlos. Como realmente no había otra tarea que pudiese desempeñar y ya había cumplido con el trabajo de 5 trabajadores en una semana, triplicaron mi paga y me dejaron ir temprano.

Mire mi reloj, eran las 2:45pm si me daba prisa podía llegar al centro comercial para comprar el anillo hoy mismo. Sin importar las miradas de “mis compañeros” me alce en vuelo y me propulse en dirección a la ciudad.

¡Agh! Justo ahora que estoy inspirado tienen que llamar a la puerta, juro que como sea un misionero o un vendedor Bulma a tener que mandarlo quitar del piso con una pala.

2 comentarios:

Scabbers dijo...

Yeah! Se viene la compra del anillo, siendo Vegeta es capaz de comprarse una de medio pelo e ir con el resto de plata a comer, y comer...y seguir comiendo XD

Unknown dijo...

wow genial, ya kiero leer la proposicion y la boda, sera super genial este blg esta chidisimo ^.^ sigue asi eres genial