lunes, 29 de abril de 2013

Las Memorias de Vegeta (Entrada 71)



2 de Agosto 791 1:20pm

Tras unos días de entrenamiento el talento de Trunks empezó a relucir. Pronto no solo fue capaz de expulsar su energía, si no también materializarla e incluso aprendió a levitar; con un poco de práctica seguramente aprendería a volar libremente por los cielos.

Viendo su progreso, decidí dejar de entrenarlo para dejar que siguiera fortaleciéndose por sí mismo.

-        Trunks, ya has aprendido lo necesario, ahora solo tienes que hacerte más fuerte.
-        ¡¿Eh?! – Trunks no pareció entender el significado de mis palabras a juzgar por su sonrisa llena de confusión.
-        Ahora yo volveré a entrenar en la cámara de gravedad.
-        Entonces yo entrare contigo papa.
-        ¡De ninguna manera!
-        … - el pequeño se quedó completamente pasmado.
-        Eres demasiado débil para entrenar a mi lado.
-       
-        Si quieres entrar en ese lugar conmigo deberás hacerte más fuerte primero.

Sin decir más me di la media vuelta y entre en la casa. Parte de mi hubiera querido seguir entrenando a mi hijo, pero sabía que debía dejarle encontrar su propia fuerza, su propia motivación para volverse más fuerte, de lo contrario no serviría de nada su esfuerzo.


Por varios días Trunks no me dirigio la palabra y evito mirarme ala cara, obviamente estaba molesto por haber dejado de entrenarlo; sin embargo ni uno solo de esos días dejo de entrenar por su cuenta.

-        Deberías de hablar con Trunks – me dijo Bulma un día mientras cenábamos en un restaurante – todavía parece estar muy enojado.
-        Eso está bien – dije antes de romperle la cola a una langosta – recuerda que no es un niño normal, es un saiyajin y quiero que crezca como tal… al menos dentro de lo posible.
-        A veces quisiera que no fueras tan frio con el, no quiero que sienta que lo menosprecias.
-        Al contrario, es porque lo valoro por lo que es que puedo hacer lo que hago – nuestro hijo es sorprendente.
-        … - Bilma descanso su cabeza hacia un lado apoyándola en el dorso de su mano y sirvió un poco más de vino en su copa, sonreí ampliamente de manera muy grata.
-        ¿Qué pasa?
-        Nada, solo recordaba a aquel apuesto bárbaro que conocí en Namekusei – bebió un sorbo del vino carmesí – quien hubiera pensado que terminaría siendo mi… - Las palabras de Bulma se detuvieron abruptamente y note como se ruborizo al instante, pero algo me decía que no era por el vino.
-        ¿Te sientes bien?
-        Si… discúlpame un momento, voy al tocador.

Se levantó con gracia y pregunto al capitán de meseros por el sanitario. Bulma se ausento por casi 20 minutos, estaba a punto de ir a buscarla cuando apareció de nuevo en la sala de comensales.

-        ¿Quieres postre? – pregunto con una sonrisa.
-        … Si.

Se había retocado el maquillaje, especialmente en sus ojos, pero estos estaban vidriosos, “ha caso había estado llorando” me pregunte. El resto de la velada siguió normalmente y volvimos a casa; normalmente habríamos hecho el amor pero Bulma se excuso por que tenía dolor de cabeza. De vuelta en mi habitación no pude conciliar el sueño, el recuerdo de los ojos llorosos de Bulma aparecía frente a mi cada vez que cerraba los ojos.

Por la mañana tras desayunar, me quede en la biblioteca, la cabeza la sentía pesada y mis ojos ardían de somnolencia, pero aun así no quería quedarme dormido. El desagradable desvelo se veía amortiguado de vez en cuando con cada sorbo que le daba a la taza de café que estaba en la mesita a mi lado. Ese día, Bullma se había ido a trabajar más temprano de lo normal; por lo general desayunábamos juntos, pero esta mañana cuando a la hora habitual Bulma ya estaba saliendo de casa y se despidió de mí rápidamente.

Estaba en la Biblioteca pero no leía nada, sentado en un mullido sillón individual, me encontré a mí mismo inmerso en mis pensamientos. Llevaba ya algo de rato ahí cuando de pronto la puerta del cuarto se abrió rechinando sus bisagras.

-        Ah así que aquí estabas Vegeta – “Lo que me faltaba” pensé al ver a la madre de Bulma entrar.
-        ¿Necesita algo?
-        Quería preguntarte algo.
-        ¿Qué cosa? – seguramente iba a pedirme que la acompañara a la pastelería o preguntarme por mi sabor favorito de helado.
-        ¿Paso algo entre Bulma y tú?

Ya es bastante tarde, así que iré a dormir y continuare mañana temprano.

1 comentario:

Kirla dijo...

Es tan bello como escribes