domingo, 24 de octubre de 2010

Las Memorias de Vegeta (Entrada 10)


25 de Junio 791

Esa misma noche  al llegar a casa prepare mi partida, quería irme antes de que los padres de Bulma regresaran, muy posiblemente su madre se quedaría para hacerle compañía el tiempo que durara en el hospital, pero de todas maneras no iba a permitir que algo o alguien arruinara mi determinación. Cargue la nave espacial con algunos trajes de batalla que Bulma fue capaz de crear usando retro ingeniería, nunca deja de sorprenderme esa mujer; las provisiones por fortuna estaban ya en capsulas con que solo llevar un estuche seria suficiente, tenia planeado no volver si no hasta un poco antes del 12 de mayo, debía aprovechar el poco tiempo que me quedaba para descifrar la clave para transformarme en un súper saiyajin.

Todo estaba listo cerca de las 6:00am, el sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte y la brisa de la madrugada llenaba de frescura el aire, aborde  la nave y mientras la secuencia de despegue terminaba contemple la casa de Bulma por la ventana, mi casa, mi hogar, el hogar de mi familia. La esférica nave se alzo con velocidad saliendo con rapidez de la atmósfera terrestre en cuestión de segundos, el cosmos infinito se abría ante mi con majestuosidad, algo que siempre disfrute es viajar por el espacio, desde pequeño acompañe a mi padre en muchos de sus viajes y cuando estaba bajo las ordenes de Freezer tomaba tantas misiones como me era posible, detestaba estar en cualquier base, todos esos imbeciles cuyos planetas o razas fueron destruidos por ese enano afeminado le seguían y le lamían las botas, cada vez que mis pensamientos se centraban en el mi sangre hervía, pero mientras surcaba en cosmos en mi diminuta nave el mirar las estrellas me hacia tranquilizarme, los viajes casi simple eran largos por lo que pasaba mucho tiempo en el modo de hibernación de la nave (ver apéndice) pero de vez en cuando me gustaba permanecer un tiempo despierto contemplando las galaxias y nebulosas, en el planeta vejita las estrellas fueron de gran importancia para mi gente en la época antigua, al igual que en la tierra se imaginaron figuras en ellas formando constelaciones, pero por desgracia solo se podían distinguir dichas figuras desde la superficie del planeta, cuando este fue destruido la visión de las estrellas también se perdió.


Desde el principio había decidido que viaje no saliera del sistema solar, pero pronto me di cuenta  sin un planeta capaz de proveerme de agua mi viaje se acortaría obligándome a volver a la tierra para obtener el preciado liquido, por esta razón alejarme mas, mis conocimientos de navegación astral estaban un poco oxidados, pero no tuve problema para ubicar varios planetas adecuados para repostar, estos planetas eran fértiles y vírgenes, sus habitantes eran formas de vida animal y vegetal poco evolucionada, pero tenían lo necesario para sobrevivir, algunos de ellos poseían una gravedad superior a la de la tierra, pero después de haber entrenado a una gravedad aumentada 400 veces esto no suponía problema alguno para mi. Los primeros tres meses  vague por 7 planetas, entrenando gran parte del tiempo, cavilando mis métodos mientras comía y aun en sueños no conseguía la paz, mi pesadilla con Kakarotto y ese mocoso del futuro empeoraba con cada nuevo fracaso, pasaron de simplemente desplegar su poder ante mi a atacarme con toda su fuerza, era como un niño indefenso, no podía atacar, no podía defenderme, no podía huir. Mas de una noche desperté gritando con una mezcla de pánico y rabia, día a día sentía algo que crecía dentro de mi ser, se retorcía en mi estomago y estrangulaba lentamente mi corazón.

A finales de marzo del 767 había destruido ya 5 planetas tratando de expulsar todo mi poder y forzar la transformación, pero esto solo me llevo a confirmar que el súper saiyajin no era simplemente una explosión de energía, algo mas complejo estaba involucrado. Varias veces trate de repasar la leyenda del guerrero definitivo saiyajin, pero jamás en las leyendas se narraba sobre su origen o se describían sus características, en tres ocasiones a lo largo de mi viaje me vi obligado a tomar reposo para sanar mi cuerpo lastimado, en estos momentos de quietud me asaltaba un sentimentalismo poco común en mi, me imaginaba a Bulma reprochándome por mi comportamiento autodestructivo, a su padre silbando una alegre tonada mientras trabajaba en su taller y su esposa paseando por lo jardines con su boba sonrisa perpetua, invariablemente la imagen de mi hijo aparecía en mi cabeza, pero negándome a que un patético paternalismo se apoderara de mi llevaba mis pensamientos, lejos en la distancia y en el tiempo, a los años de mi adolescencia los cuales pase como subordinado de Freezer.

Cuando el planeta vejita estallo, fui inmediatamente llamado para volver al lado del tirano, Nappa desde luego estuvo conmigo en todo momento, el quien había sido un guerrero condecorado fue elegido por mi padre como mi protector, por supuesto que no estuvo de acuerdo, pero acepto sin queja alguna, la desobediencia de las ordenes reales era el mayor crimen para un saiyajin, condenado con el exilio.

Cuando estuvimos en presencia de Freezer este sonreía con cinismo mientras me da las malas noticias y sus condolencias, mire en sus ojos rojos directamente y supe que ocultaba algo; se me ordeno permanecer en el planeta por un año como periodo luctuoso y para estar al alcance en caso de encontrar sobrevivientes de mi raza, esto fue lo que se me dijo, pero en realidad Freezer quería evitar que me fortaleciera en batalla siendo tan joven. En los siguientes días pedí autorización para llevar acabo los rituales fúnebres propios de la casa real, yo no sentía ningún remordimiento o tristeza por la muerte de mi padre, pero la inquietud acerca de la extinción de mi planeta seguía presente.

Llevamos acabo Gorin (ver apéndice) como marca la tradición, para mi fue mas una muestra de respeto hacia mi padre que una ceremonia luctuosa, aunque para Nappa le fue difícil esconder sus lagrimas. Cuando cumplí 15 años Nappa me llevo a un bar de la base y pidió a cantinero una botella de licor de Jioren (ver apéndice).

-         Príncipe, yo estaba guardando esta botella para cuando fuera adulto, se que nunca ha bebido licor pero posiblemente esta sea la ultima botella de licor saiyajin que queda en el universo, creo que es un buen momento para beber un poco – dijo con calma y nostalgia en su voz.
-         De acuerdo Nappa, brindemos por los muertos.
-         A su padre le hubiera gustado verlo crecer en todo un hombre.
-         No digas idioteces, mi padre no era alguien que se dejara llevar por las emociones, era todo lo que un saiyajin debía ser – Tome el primer sorbo de licor, un sabor acidulado y una sensación de ardor llenaron mi lengua, me costo trabajo no hacer una mueca.
-         Tiene razón, pero le aseguro, antes que todo el pueblo saiyajin usted era lo mas importante para el, es por eso que había estado buscando la manera de derrocar a Freezer.
-         ¿Qué haz dicho? – sus palabras me tomaron por sorpresa - ¿mi padre?, ¿derrotar a Freezer?.
-         Así es, fue algunas semanas antes la destrucción de planeta vejita, su padre recibió ordenes de entregarlo a usted como muestra de buena fe y lealtad hacia Freezer, créame que fue doloroso para el.

Ciertamente mi padre  me entrego como se lo habían pedido y fui enviado a un planeta lejano junto con un cargamento de esclavos a un remoto planeta, supuestamente mi misión seria exterminar a los habitantes para usar a los esclavos en sus minas, cuando termine el trabajo fui comunicado de la destrucción de mi planeta. De acuerdo con el informe, el planeta vejita había sido destruido por una lluvia de meteoritos haciéndolo estallar en mil pedazos, no hubo sobrevivientes. La botella casi se había terminado y Nappa empezaba a perder el control del habla, yo por mi parte estaba relativamente sobrio, pero seguramente me costaría trabajo caminar derecho, estaba sirviendo lo ultimo del licor cuando alguien entro repentinamente en el bar.

-         ¡Nappa!... ¡Vegeta!... vengan pronto.
-         ¿Qué demonios sucede?- pregunte al BIT que entro a toda prisa y se acerco a nosotros.
-         Un saiyajin… un saiyajin acaba de aterrizar.
-         ¡¿Qué haz dicho?! – recupere la conciencia totalmente al escuchar eso - ¿es eso cierto?
-         Si, recién acaba de llegar.
-         ¡Nappa! Levántate y mueve el trasero.

Salí a toda velocidad del bar y volé en dirección a los andenes donde las naves aterrizaban, Nappa me seguía dando tumbos por el aire pero sin perderme de vista. Un saiyajin, no tenia idea quien podría ser pero era uno de mi raza, debía saber quien era y donde había estado, quizás sabría de otros sobrevivientes, si era así las posibilidades de aniquilar a Freezer aumentarian. Cuando llegue ahí estaba, tenia un modelo muy anticuado de armadura, caballo largo sucio y enmarañado que le llegaba hasta los muslos, su cuerpo era musculoso pero su cara tenia los huesos muy marcados. En cuanto aterrice en la plataforma pareció reconocerme, corrió hacia mi y se postro con una rodilla en el suelo.

-         Su alteza, me alegro de que este a salvo.
-         Cual es tu nombre soldado.
-         Soy Raditz señor, hijo de Barduck.
-         Barduck ¿huh? – active mi rastreador para tomar la lectura de su poder de pelea – Veo que eres un soldado de clase alta, ¿Dónde haz estado todos estos años?
-         En misión de conquista señor muy lejos de aquí.
-         ¿Estas enterado de la situación actual?
-         Si mí lord, escuche todo a través de mi rastreador, pero tarde varios años en recorrer el espacio hasta aquí.
-         Ya veo, durante tu viaje, ¿encontraste a otros saiyajin?
-         No, no he tenido contacto con ninguno mas de nosotros, usted es el primer saiyajin que veo desde la destrucción de nuestro hogar.

Sentí gran desilusión al escucharlo, Raditz era fuerte pero comparado con Nappa y conmigo no seria de gran ayuda, pero igual nunca sobran los sirvientes, por lo que decidí acogerlo, cuando Nappa llego, le ordene que le consiguiera un cuarto en los mismos aposentos que el y yo, quería mantenerlo cerca hasta que pudiera confiar plenamente en el . Luego de algunos años en los que hacíamos misiones los tres juntos, decidí que había que separarnos para buscar a otros saiyajin, Nappa se vio reacio a alejarse de mi excusándose con que su deber era servir al príncipe de los saiyajin, por su parte Raditz decidió ir a la tierra donde se suponía que su hermano Kakarotto estaría.

Un ruido estridente me saco de mis pensamientos, provenía del tablero de control, me incorpore de asiento y mire los indicadores, todo parecía indicar que me aproximaba a una estrella en fase Terminal, tenia que cambiar el curso o la gravedad me atraparía, los controles no estaban respondiendo a causa del magnetismo de los planetas que ya habían sido devorados por la gigantesca bola de fuego, perdí el control de la nave y me estrelle en un pequeño planeta. Según los instrumentos la atmósfera era apenas respirable, trate de reencender los motores pero no ocurrió nada.

No conseguiría nada quedándome sentado, así que salí de la nave para buscar la falla; al salir mis pulmones se llenaron del aire enrarecido, me percate de que el planeta no permanecería estable por mucho tiempo. Sobrevolé la nave y me di cuenta que esta atorada en una grieta, al bajar pude ver que un trozo de piedra había perforado un costado de la nave, dañando parte del cableado; repararla no seria mucho problema una vez que la sacara de ahí, pero de repente algo golpeo con fuerza la superficie a un kilómetro de donde me encontraba, mire hacia arriba y mi temor se vio confirmado, una lluvia de asteroides, miles de ellos, tan grandes como un auto algunos y otros inmensos como edificios, si uno golpeaba la nave estaría perdido.

Comencé a disparar energía a diestra y siniestra protegiendo mi vehiculo, pero cada asteroide que destruía se convertía en pedazos ligeramente mas pequeños, comenzaba a quedarme sin fuerzas, entonces lo vi, un trozo de roca tan grande como una ciudad venia directo hacia mi…

Me duelen los ojos, creo que descansare un poco antes de seguir.

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