domingo, 19 de septiembre de 2010

Las Memorias de Vegeta (Enntrada 6)


22 de Junio 791

Conforme los días pasaban mi relación con Bulma se volvió prácticamente oficial, sus padres no parecieron muy sorprendidos ante este acontecimiento, aun que su madre me recrimino por nunca haberla aceptado a salir.

Poco a poco Bulma y su familia se fueron integrando mas en mi vida diaria, a pesar de que en mi mente estaba siempre presente el entrenamiento y este consumía la mayor parte de mi tiempo, a menudo pasaba las tardes en compañía de Bulma. Nunca he sido una persona romántica, de hecho la palabra romance ni siquiera existe en el lenguaje saiyajin, pero mi tiempo con ella era algo que disfrutaba al principio como un placer culpable, hasta donde recuerdo mi padre tenia cerca de 30 concubinas, todas ellas de sangre pura y guerreras de la mejor clase, siendo el rey no podía permitirse descendencia de clase baja, asumo que entre una de estas concubinas estaba mi madre con la cual nunca estuve en contacto; conforme mi raza fue adquiriendo conocimientos y tecnología, en cierto momento se decidió que la gestación de los bebes fuera in Vitro, esto para monitorear el sano desarrollo del feto y evitar la falta de las guerreras por causas de maternidad.


Siendo una sociedad patriarcal, las madres a menudo eran tratadas primeramente como soldados y segundo como proveedoras de ovulos para la procreación, por ende muchos niños saiyajin solo convivian con su padre, aquellos nacidos con un nivel de pelea bajo eran enviados desde el nacimiento a planetas débiles, criados por una incubadora a bordo de sus naves y educados a través del sistema Ho-on. Con el tiempo los lazos familiares eran solo algo de la realeza y únicamente mantenidos por el derecho de sucesión al trono.

Los meses pasaban rápidamente, pronto ya solo faltaba poco menos de 2 años antes de la aparición de los androides. Mi entrenamiento empezaba a ser infructuoso, a pesar de estar entrenando en una gravedad  trescientas veces mayor a la de la tierra no había conseguido transformarme en súper saiyajin, entrenaba 16 horas al día sin resultado alguno, mi fracaso me encolerizaba tan fácilmente que tenia que encerrarme en la cámara de gravedad hasta tranquilizarme, y cada vez que salía de ahí Bulma me esperaba con una toalla limpia y una botella de agua en las manos, sonriendo.

-         No te sientas tan mal por no lograrlo, ya eres muy fuerte ¿no?, seguramente podrás vencer a esos androides.
-         Tu no lo entiendes, no se trata de esas chatarras, debo superar a Kakarotto cueste lo que cueste.
-         Se que lo lograras pronto – dijo mientras secaba el sudor de mi rostro – anda el baño esta listo, te sentirás mejor después de una ducha caliente.

Mientras me bañaba di vueltas en mi cabeza buscando que era lo que me faltaba, que estaba perdiendo de vista. Kakarotto se transformo por primera vez mientras estaba muerto, por lo que no puede ver la metamorfosis con mis propios ojos, de acuerdo con Gohan, fue la ira lo que causo el cambio, pero algo mas estaba involucrado en la ecuación, mi ira ya era grande y aumentaba con cada fracaso.

Sali del baño tratando de olvidar mis preocupaciones, una basta cena bastaría para que me distrajera. Camine a mi habitación con solo una toalla en la cintura, al entrar me encontré con una visión para la cual no estaba preparado. Bulma yacía acostada en mi cama, estaba sobre su vientre sosteniendo su barbilla con ambas manos y mirándome picadamente,  tenia puesta lencería color blanco de encaje; mis ojos recorrieron su cuerpo en un solo instante, sus piernas se veían magníficamente largas, su espalda se arqueaba seductoramente y su busto se apretujaba dentro de su sostén.

Mi pulso se aceleraba con cada latido de mi corazón, tanto que podía escuchar claramente mis palpitaciones como un martillo que golpea una pared. Llego a mi nariz un suave perfume que no pude identificar pero supe que la esencia venia de su piel, era enloquecedora; los saiyajin tenemos sentidos superiores a los humanos, sobre todo el olfato y el gusto, esta es por esto que disfrutamos la comida casi tanto como pelear, el aroma proveniente de Bulma me hizo inconcientemente avanzar hacia ella, como un animal salvaje que se ve atraído por el olor de la comida. Me senté a su lado en la cama y ella giro sobre si misma para quedar sobre su espalda; mis ojos casi salen se sus cuencas al presenciar el movimiento de sus pechos victimas de la gravedad.

-         ¿Nervioso? – pregunto con presunción.
-         Cl… ¡claro que no tonta!… soy el príncipe de dos saiyajin, no hay forma que el cuerpo de una mujer me ponga nervioso – conteste tratando mantener el control.
-         Hhmmm… ¿y si hago esto? – Bulma se incorporo para quedar sentada muy cerca de mi, espero un momento y luego soplo suavemente en mi oreja izquierda.

Una corriente eléctrica corrió por mi espalda y la sangre de mi cuerpo se concentro en un solo punto con tanta rapidez que no me habría sonrojado aunque lo quisiera,  pero Bulma aun no había acabado, acaricio mi pecho su mano, delineando una de mis cicatrices con su dedo – Abrázame – dijo susurrando, mi cuerpo se movió por voluntad propia. No daba crédito a lo pasaba, mi cabeza estaba llena de pensamientos opuestos, quería salir de ahí, quería quedarme, no podía dejar que esta mujer me diera ordenes, debía hacer lo que me pedía, quería poseerla a mi antojo, la trataría con delicadeza… mi razón a punto de perderse cuado me di cuenta que estaba encima de de ella.

Nos besamos durante un largo tiempo, lento y luego apasionado, suave y después agitadamente; me deje llevar por ella y mis instintos hasta que ambos nos despojamos de las pocas prendas que llevábamos… esta fue la primera noche que pasamos juntos, la primera de muchas.

Es hora de comer, Bulma esta preparando las costillas de res que tanto me gustan así que continuare mañana, además recordar y escribir esto me ha abierto “el apetito”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como en telenovela jaja

Anónimo dijo...

Muy buena historia y la vez calentona...